“Modelos de pensamiento (concreción de procesos cognitivos) que cualifiquen las tareas y actividades de aula” Los procesos cognitivos son el factor dinámico de las competencias: el conjunto de operaciones que hace posible la movilización de los contenidos (conocimientos, conceptos) y de los recursos disponibles. La tarea, como se ha presentado hasta ahora, es el microcontexto en el que se desarrolla el proceso de aprendizaje, por eso su configuración, su selección y su temporalización ocupa un lugar destacado en todo proceso de enseñanza. Una tarea bien definida incluye, al menos, tres elementos: las operaciones mentales (competencias), el contenido y los recursos que se utilizan. La modificación en cualquiera de los dos primeros elementos puede dar lugar a una nueva tarea. La variedad y el equilibrio de tareas debería ser una constante en el desarrollo del currículo y la evaluación, planificando tareas de distinto tipo y considerando los niveles de adquisición en cada momento, así como los diferentes estilos de aprendizaje. El análisis realizado por Doyle pone de manifiesto la existencia de distintos tipos de tareas escolares, pero sobre todo, pone de manifiesto que la definición de las tareas guarda una estrecha relación con las operaciones mentales que el alumnado tendrá que realizar sobre el contenido para alcanzar el éxito final. Tipos de tareas (adaptado de Doyle, 1977): Tareas de memoria (recordar nombres de ciudades). Tareas de aplicación (realizar correctamente una operación matemática). Tareas de comprensión (resolver problemas cotidianos). Tareas de comunicación (exponer las conclusiones). Tareas de investigación (observar un fenómeno). Tareas de organización (ordenar los materiales antes de trabajar). Un ejemplo de la integración planificada de operaciones mentales y contenidos en la configuración de tareas podrían ser las pruebas de diagnóstico configuradas y aplicadas en Andalucía por primera vez en el curso 2007/08, o las pruebas internacionales que se vienen realizando hoy día en todo el territorio nacional en el marco del proyecto PISA, entre otros, liderado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Estas pruebas constituyen un referente para comprender y valorar la importancia que tiene una adecuada configuración de las tareas en el currículo de los centros educativos, especialmente cuando este currículo se orienta hacia el logro de las competencias clave. La estructura de tareas que, a nuestro juicio, podría constituir el soporte esencial para el desarrollo de las competencias clave estaría asociada a las operaciones intelectuales representadas por cada una de las siguientes formas de pensamiento: El pensamiento reflexivo. El pensamiento analítico. El pensamiento lógico. El pensamiento crítico. El pensamiento analógico. El pensamiento sistémico. El pensamiento deliberativo. El pensamiento práctico. El pensamiento creativo. Llegamos así a la hipótesis que va a orientar nuestra búsqueda de una estructura de tareas basada en los distintos modos de pensamiento: si las competencias clave pueden ser consideradas como conocimiento en acción, los distintos modos de pensamiento representan las distintas formas de llevar a la acción el conocimiento o los conceptos de los que disponemos. Atendiendo a esta idea, la propuesta de integración de procesos cognitivos y contenidos que se plantea en este módulo formativo consiste en identificar los posibles modos de pensamiento y relacionarlos con los distintos tipos de contenidos y actividades propias de diferentes prácticas sociales: MODELOS DE PENSAMIENTO CARACTERÍSTICAS EXPRESIONES CULTURALES Reflexivo Personalización Ideas / Concepciones Analítico Encuadre Datos / Hechos Lógico Orden Normas / Reglas Crítico Cuestionamiento Criterios / Razones Analógico Comparación Metáforas / Modelos Sistémico Relación Modelos / Teorías Deliberativo Decisión Criterios / Normas Práctico Actuación Técnicas / Programas Creativo Inventiva Ideas nuevas / Diseño Por otra parte, los modos de pensamiento son construcciones sociales e históricas. Esto significa que los modos de pensamiento los creamos entre todos y los creamos en el transcurso de nuestra propia historia. Así por ejemplo, el pensamiento lógico o el pensamiento sistémico se han ido configurando a través de la experiencia y como consecuencia de los retos que los seres humanos hemos ido superando, de los problemas que se han podido resolver y de las situaciones que se han podido afrontar con éxito. Los modos de pensamiento son una herencia cultural, tan importante o más, que nuestras creencias o nuestros conocimientos. Además, los modos de pensamiento no están vinculados sólo a los ámbitos de actividad relacionados con las disciplinas científicas. Por el contrario, es muy importante la contribución que han hecho al arte, a la literatura, al teatro y a los saberes adquiridos en la vida cotidiana. Incluso las diversas actividades económicas, políticas y de ocio han contribuido a desarrollar nuestros modos de pensamiento en la actualidad.