LAS CHUCHES Las “chuches” es una expresión popular que define a un grupo de productos dulces, que se presentan con formas, colores y sabores diversos. Como decimos, suelen ser alimentos de alto contenido en calorías y con poco o nulo valor nutricional. Las golosinas y chucherías suelen tener colores vistosos, entran por la vista y son muy apetecibles, por lo que es difícil resistirse al pasar frente a alguno de estos establecimientos. En algunos casos, esta compra se convierte incluso en una rutina diaria. Aquellos niños mayores que disponen de una cierta cantidad de dinero a menudo a la salida del colegio lo destinan a comprar “chuches”. Los hábitos alimentarios de la infancia y de la adolescencia se caracterizan por el abuso en el consumo de chucherías o “chuches”, expresión coloquial con la que aludimos a un conjunto de productos dulces y salados, de formas y sabores diversos, de escaso o nulo interés nutricional y que se toman a cualquier hora del día. Para este fin de “comer entre horas” o “picotear” se pueden emplear diversos grupos de alimentos con distintas características nutricionales, tales como: • Golosinas y dulces (caramelos, gominolas, chicles,...): en su composición predominan los azúcares y las grasas, además de los aditivos. • Chocolates (bombones, huevos de pascua,...): cacao y azúcar, además de leche, manteca y grasas. Cuando a estas barritas de chocolate y galleta se asocian frutos secos y caramelo (“snacks”) su contenido calórico se dispara. • Aperitivos (Patatas fritas, cortezas, frutos secos,...): grasas y aceites con elevado valor calórico y exceso de sal. • Batidos, yogures y helados: leche y aditivos, en el mejor de los casos. • Zumos: pocas calorías, bastante azúcar y mucha vitamina C... pero siempre es mejor la fruta entera (fibra). • Bollos y galletas: hidratos de carbono y grasas (la mayoría de coco o animales, que son grasas saturadas, es decir las que empeoran el colesterol sanguíneo). Los tres primeros grupos son los que más se ajustan al concepto de “chuches”, siendo los más empleados por los niños españoles. ¿Se deben considerar alimentos? Claro que sí. El diccionario de la Real Academia Española define chuchería como “alimento corto y ligero, generalmente apetitoso”, mientras que golosina como “manjar delicado, generalmente dulce, que sirve más para el gusto que para el sustento” o “cosa más agradable que útil”. Son pues “alimentos vacíos”, calóricos pero con escaso valor nutritivo. Se deben cuantificar y tener en cuenta al realizar la encuesta dietética del niño. Valgan como ejemplos que una bolsa de patatas fritas pequeña de 44 g tiene 250 calorías, una barrita de chocolate con galleta de 21 g tiene 110, 100 g de gominolas 360, ó 100 g de cacahuete pelado más de 600 calorías. ¿Pueden ser perjudiciales? Su abuso puede tener consecuencias no deseables, favoreciendo: • Inapetencia: el tomar a voluntad, sin ningún control, este tipo de productos provoca falta de apetito cuando llega el momento de la comida convencional. Sus calorías vacías provocan la saciedad suficiente. • Caries: son en su mayoría azúcares refinados que favorecen el desarrollo de los microorganismos que atacan la placa dentaria. No es posible mantener la necesaria higiene dental cuando se están consumiendo estos productos en cualquier momento del día. • Alergia: los aditivos dan color, sabor y aroma que contribuyen a potenciar su atractivo. Algunos pueden ser acumulables favoreciendo reacciones y erupciones en la piel (urticarias o brotes de dermatitis atópica) o incluso asma (colorantes azoicos). • Obesidad: Son productos hipercalóricos. Si la cantidad de azúcares ingerida sobrepasa los límites de almacenamiento, el exceso de glucosa en sangre se transforma en grasa en el tejido adiposo. Además la instauración del hábito del consumo de tentempiés sobre una ingesta diaria de calorías que ya es apropiada, producirá un aumento de peso. Cada día es más frecuente ver en nuestras consultas la evolución de preescolares “que no comen” hacia escolares obesos, al coexistir una dieta “al gusto y sin horarios” con un aumento del sedentarismo (deberes, televisión, videoconsolas, etc.). Debe evitarse especialmente el creciente hábito de ver la televisión comiendo simultáneamente algún tipo de chuchería. • Atragantamientos: Probablemente es la urgencia con riesgo vital más frecuente en la infancia... con el agravante de que muchas veces es evitable. La comida es un acto que requiere su atención, evitando distracciones: se debe procurar que el niño no corra, ría, llore o hable con comida en la boca. Los frutos secos no se ofrecerán a menores de 4 años. ¿Se deben prohibir? No, los niños deben hacer cosas de niños (sobre todo si sus amiguitos las comen). Aunque resulte paradójico, pueden ser una buena excusa para “reforzarle” buenos hábitos sobre los que poder realizar excepciones. Incluso pueden ser útiles para incentivar el autocontrol del niño. Es mejor el “por haberte portado bien, este fin de semana puedes tomar 2 chicles sin azúcar”, que el “si no lloras en el médico te doy un chupa-chups”: el niño hará mal las cosas para que el padre “venga a negociar”. Es preferible que los “refuerzos positivos” sean indirectos y por acciones pasadas. Entonces, ¿cómo y cuándo tomarlas?: • Se deben pactar un número de golosinas máximo a la semana. No es conveniente que todos los días se tomen: debe haber “días sin chuches” (la mayoría) y “días con chuches” dentro de la semana, para que el niño comprenda que son excepciones justificadas (un cumpleaños, fin de semana, etc.). • Procure diversificarlas (no todas las “chuches” son nutricionalmente iguales) y distribuirlas para evitar sobrecargas puntuales de azúcares. Si puede elegir, mejor las que pesan menos: con el mismo volumen o cantidad (es lo que percibe el niño) ingerirá menos calorías. • Evite el “picoteo continuo”: Se deben agrupar y tomarlas “como postre” de una de las comidas. Mejor sentados a la mesa, evitando atragantamientos. • Y siempre después un buen cepillado dental. • Y RECUERDE: NINGÚN NIÑO MENOR DE 4 AÑOS DEBE TOMAR FRUTOS SECOS. Un estudio realizado dentro del Programa de Educación para la Salud de la Universidad de Cantabria detecta la presencia de metales en la composición de las golosinas El 98% de los escolares encuestados consume estos dulces, pero muy pocos ingieren la cantidad de fruta recomendada por los expertos.  Los escolares consumen habitualmente golosinas, productos que tienen en su composición diversos metales, como aluminio, níquel, cromo y plomo, mientras que el consumo medio de fruta no alcanza los niveles recomendados por los expertos, éste es de 9,5 piezas a la semana. Sin embargo, el alumnado de Secundaria (6-8 años de edad) no llega a tomar una pieza al día. Estos índices de ingesta no alcanzan los niveles recomendados por los expertos, que se sitúan en dos piezas al día. También se detecta que la monotonía en la ingesta (consumo de un mismo tipo de fruta) decrece a medida que aumenta la edad. ACTIVIDADES 1.- ¿Tomas habitualmente chucherías? ¿Con qué frecuencia? ¿ Qué gasto mensual inviertes en ellas?. 2.- ¿Cuál es tu posición frente al consumo o no de chucherías? ¿Crees que deberían prohibirse? 3.- ¿Cuáles son las estrategias que pueden ser más eficaces en la educación nutricional respecto al consumo adecuado de caramelos y gominolas?. 4.- ¿Qué problemas pueden causar en el organismo la ingesta de gominolas?. 5.- ¿Por qué las gominolas son tan apetecibles?. 6.- ¿Con qué definición se describe el termino “chuchería” según la Real Academia de la Lengua?