La sociedad del conocimiento del siglo XXI viene exigiendo desde finales del siglo anterior un cambio en los modos de relación y difusión de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Baumann, al hablarnos del concepto de conocimiento fluido nos pone en evidencia que los modelos aplicados hasta el momento con un carácter unidireccional en el que el docente escogía los contenidos y los consolidaba en unos documentos que el alumnado debía asimilar han sido totalmente superados. En la sociedad actual, la interacción con el conocimiento es la vanguardia de un cambio que ya se ha asentado en otros ámbitos. Cualquier alumno/a maneja hoy un modelo de interpretación de la información al cual los sistemas anteriores profesorado-documento-alumnado no están dando respuesta. De acuerdo con las investigaciones de Scheier y Levine, el proceso de información emocional es mucho más importante en la asimilación de contenidos que el racional. No se trata de usar uno u otro, sino de ser capaces de equilibrar en cada momento cuál debe ser el apropiado. En ese sentido, existe una barrera que como docentes no podemos obviar: nos movemos en planos de comunicación diferentes al del alumnado. En este sentido, ese Grupo de Trabajo pretende explorar un nuevo modelo que se está aplicando en escuelas de otros países en el cual los contenidos son establecidos por la legislación y el currículo del alumnado pero los instrumentos, metodología e incluso evaluación son el resultado de un proceso de comunicación fruto de la inteligencia colectiva puesta al servicio de la educación. Para ello son necesarias herramientas analógicas y digitales que permitan interaccionar desde comunidades educativas diferentes que recojan experiencias y las vuelquen en una plataforma digital común en la cual tanto el alumnado, como el profesorado como el resto de la comunidad educativa puedan contribuir con sus ideas y experiencias. El resultado es un diseño de actividades coherente a la realidad cambiante del aula.