Buenas tardes.
Como todos sabemos, han sido ya bastantes las ocasiones en las que nos hemos reunido para hablar y trabajar sobre las Competencias y cómo abordar esta nueva forma de trabajar con nuestro alumnado. En nuestra última reunión llegamos a algunas conclusiones, desde mi punto de vista muy interesantes, y me gustaría dejar constancia aquí de, al menos, algunas de ellas. Fueron muchos los aspectos tratados y debatidos, y, por supuesto, muchos se me quedarán atrás. Os ruego, retoméis este hilo y pongáis sobre mi reflexión todo lo que consideréis oportuno.
Empezaré recordando que todos estuvimos de acuerdo en las dificultades que supone trabajar desde las competencias en un centro de enseñanzas medias, y más aún si es tan grande como el nuestro. Consideramos que para que ello fuese posible, tendríamos que disponer de los recursos humanos necesarios y ser capaces de cambiar la organización de los Centros. El trabajo por competencias se cimenta en una adecuada coordinación de los Equipos Educativos, y en base a esto deberían organizarse horarios, espacios, agrupamientos,... distintos a los actuales.
Por otro lado, los diferentes grados o niveles de formación en el tema de las Competencias Clave entre el profesorado, puede asimismo resultar una dificultad para emprender la ansiada tarea. Llevamos muchos años oyendo hablar de las competencias, somos muchos los profesores que hemos participado, con mayor o menor implicación, en cursos y jornadas de formación, en proyectos, en grupos de trabajo... Pero pasa el tiempo y las competencias no son un pilar en nuestra tarea docente, sino más bien algo complementario, que está ahí y no terminamos de ¿abrazar¿.
Estoy completamente de acuerdo con nuestro compañero Antonio, cuando afirma que trabajar desde las competencias supone acercar los aprendizajes a la vida real de nuestro alumnado y guiarlos en la consecución de unas destrezas y capacidades que van a resultar útiles en todas las facetas de sus vidas. Es necesario el cambio metodológico en nuestras aulas y es necesario ya. Tenemos mucha ilusión en ser partícipes de ese cambio, pero ineludiblemente solicitamos un cambio que se escapa de nuestras posibilidades y queda en manos de nuestra Administración Educativa. Parece que estoy ¿tirando balones fuera¿, y quizás así sea, pero la intención no es desprenderme de mi responsabilidad como docente, sino transmitir mi opinión: para que el trabajo desde y por las Competencias sea una realidad, necesitamos cambios que solos, los Centros, no podemos llevar a cabo.
Termino, no sin antes decir que seguiré trabajando, y apoyándome en muchos compañeros que tienen el mismo objetivo, para intentar que cuando nuestros alumnos se marchen del Centro lo hagan con una formación que les ayude a lograr con éxito sus objetivos, tanto académicos como profesionales.

Leyendo vuestros comentarios, solo puedo añadir que, además de estar de acuerdo tanto con Antonio como con Sonia, el trabajar por competencias favorece el hecho de aportar un sentido a las sesiones que recibe cada día en clase de las distintas materias. Considero además, que para conseguir el cambio hacia el trabajo y evaluación por competencias se debe de producir previamente un cambio de principios y mentalidad en los diferentes claustros ya que considero que debe imperar el trabajo cooperativo y colaborativo entre los distintos departamentos para trabajar por un proyecto en común con el que trabajar las competencias. De esta forma aunaríamos los tan valiosos conocimientos que se encierra en cada uno de los departamentos y podríamos proponer tareas de enseñanza y aprendizaje globales e integradoras.
¿Qué pensáis?

Siguiendo el hilo del debate, creo que todos estamos de acuerdo en que el aprendizaje basado en competencias puede suponer una mejora significativa en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Para el docente, el reto es fascinante: crear proyectos interdisciplinares que aporten al alumnado una nueva mirada a las materias, más allá de los rígidos contenidos que se han enseñado tradicionalmente. También es colosal, especialmente contando con el inconveniente de un curriculum organizado por materias y cargado de contenidos. Hay algo que tenemos claro: no podemos hacerlo solos. La propuesta requiere nuevos enfoques metodológicos así como un alto nivel de planificación y seguimiento que permita a los docentes trabajar de forma conjunta y coordinada (no sólo a nivel pedagógico, sino también en otros aspectos como la toma de decisiones). Igualmente, hemos comentado que requiere un cambio enorme en la cultura y organización escolar. Creo que muchos de nosotros queremos llevar estos cambios al alumnado. En este sentido, es indispensable contar con una formación permanente, eficaz y flexible para que los docentes podamos trabajar en un proyecto realista.

Estoy totalmente de acuerdo con lo que todos habéis comentado. Creo que es necesario un cambio en el enfoque metodológico para poder evaluar por competencias, porque los adolescentes a los que atendemos también están experimentando un cambio y demandan otro tipo de enseñanza y otro tipo de evaluación, en las que se tenga en cuenta las habilidades y los conocimientos que les permitan desenvolverse de forma autónoma en la vida diaria. Aunque parece evidente que eso es lo que debemos hacer, no me parece tan evidente la forma de conseguirlo porque, como dice Carmen, es algo que no podemos hacer solos y para ello necesitamos apoyo (por ejemplo, a través de actividades formativas para el profesorado). Algo muy positivo que me llevo de este grupo es la idea de no sentirme sola y ver que muchos compañeros sienten esa necesidad de cambiar el proceso de enseñanza-aprendizaje, teniendo siempre presente que nuestro alumnado es el que debe salir beneficiado en todo este proceso.

Como todos hemos experimentado a lo largo de estos meses, y, siguiendo el hilo iniciado por mis compañeros, he de destacar principalmente, el inmenso sacrificio que supone para nosotros como docentes una formación autónoma. Organizados en grupos de trabajo como este, como la evaluación por competencias, algo innovador en lo que todos debemos ir hacia un mismo objetivo (siguiendo un ritmo equitativo): la mejora considerable en la evaluación de nuestros alumnos para que el aprendizaje acapare todos los ámbitos, para que todo en la enseñanza y en su educación esté enlazado. Y, con ello, más arraigado a su formación como personas cultas y educadas dispuestas a introducirse de la mejor forma posible en el mundo de los adultos.

¡Buenos días!
A estas alturas de curso mi reflexión se dirige hacia el punto donde me encuentro.
Me preocupa no estar desarrollando el potencial y el talento de mi alumnado. Estoy convencida de que la metodología tradicional necesita cambios. Nuestros alumnos/as merecen salir del instituto bien formados y habiendo vivido una experiencia de vida que emocione y los impulse con energía hacia la vida de adultos. Y aquí me encuentro yo con la responsabilidad de facilitarlo.
Quiero formar parte de este cambio. Este grupo de trabajo ha servido para ver nuestras carencias y dificultades y la necesidad de formarnos en metodologías eficaces. Vemos necesario el cambio en la organización del centro. Yo lo imagino como equipos educativos cooperativos que cuentan con equipos de expertos (departamentos didácticos) y equipo de dirección. El cambio exige decisiones políticas. Mientras tanto, ¿qué ir haciendo?; el próximo curso probarnos con algún grupo, vernos y sentirnos en esta otra dinámica y confiar en que tendrá fuerza para extenderse en cursos siguientes. Luego podremos evaluarlo y las competencias habrán salido evaluadas de manera natural. No será tan fácil, esperemos que la administración nos acompañe.

Buenas tardes,
poco más podemos decir al respecto después de lo ya comentado por los compañeros y compañeros del centro, puesto que muchas de las reflexiones han sido un sentir conjunto. Como destacan todos y todas, prácticamente, nos supone un punto de vista pedagógico interesantísimo, pero quizá, como directiva, sí nos encontramos con la dificulta de su puesta en práctica en un claustro que roza la centena de profesorado. Los acuerdos, la organización interna de los equipos educativos... sigue siendo uno de los grandes problemas con el que nos enfrentamos en institutos como el San Blas. Además, legislativamente, sigue midiéndose la promoción/titulación por "número" de asignaturas calificadas positiva o negativamente. El cambio de base que pretende este nuevo modo de trabajar con el alumnado necesita, en mi opinión, ser afinado en muchos puntos que aún se nos escapan. Esperemos aprender pronto la mejor manera para llevarlo a cabo.