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Formación dirigida a la programación y al proceso evaluador de las competencias claves en Educación Secundaria Obligatoria.

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Competencias clave otra forma de evaluar a los alumnos

Estoy totalmente de acuerdo contigo Juan Carlos, decían por ahí que si la educación permanece estática, o lo que es lo mismo, si pretendemos enseñar de la misma manera, a los alumnos de hoy como a los alumnos de hace muchos años, lo más seguro es que tengamos un fracaso garantizado. Por ello, entre la multitud de cambio que podemos incorporar a nuestra forma de ejercer nuestra profesión, unas de creación propia y otras ofrecidas por distintos medios, como es el caso de las compentencias clave, después de que vayamos incorporando estas compentencias convirtiéndolas en un hábito laboras y profesional, y comprobemos, a la vieja escuela, por ensaño y error, lo realmente útil de lo que no, conseguiremos un avance y un dinamismo sin precedentes en la gestión de la enseñanza de nuestro centro. No obstante, debemos ir con cautela, y aprovechar aquellos mecanismos que nuestros compañeros y nosotros mismos hayamos constatado como válidos, y por la necesaria comunicación de lo que es un trabajo eminentemente de equipo, al final podemos llegar a la finalidad que nos ocupa, ser más eficientes en nuestra profesión.

PROGRAMAR POR COMPETENCIAS

La enorme aceleración del cambio social, las nuevas concepciones económicas, los desarrollos científicos y tecnológicos, las nuevas exigencias derivadas de la sociedad del conocimientoy los nuevos valores sociales, otorgan a la educación de nuestros jóvenes un papel de una importancia cada vez más vital en nuestras sociedades actuales, pues de ella dependen tanto el bienestar individual como el colectivo. 

 

En este sentido, la educación es el medio más adecuado para construir su personalidad, desarrollar al máximo sus capacidades, elaborar su propia identidad personal y configurar su entendimiento de la realidad. Desde esta visión, la educación queda enfocada con la finalidad básica del desarrollo de las capacidadesnecesarias para que el alumnado pueda desenvolverse en el futuro de manera autónoma, como ciudadanos con plenos derechos y deberes, desde el juicio propio y a favor de la colectividad, que le permita adoptar actitudes y comportamientos basados en valores racionales y libremente asumidos. Es por ello por lo que, la tarea de educar en el entorno educativo que nos ocupa debe estar orientada fundamentalmente a ayudar a que la persona se construya como tal y, para ello, se hace necesaria una formación sólida a favor de la educación emocional y la adquisición de competencias básicas y profesionales, que permitan al alumnado lograr adaptarse, desenvolverse con éxito y encontrar su lugar en la sociedad, tanto en el ámbito profesional como humano. 

 

A tenor de lo expuesto, el nuevo modelo establecido por la legislación educativa basado en la orientación del proceso de enseñanza-aprendizaje en torno a la adquisición de competencias básicas, incorpora cambios sustanciales en la labor docente. El modelo de competencias en el que nos encontramos inmersos responde muy básicamente a un enfoque funcional de los aprendizajes, en el que, por tanto, la adquisición de las mismas debe llevarse a cabo mediante la realización de actividadesque, asentadas en los contenidos, permitan a los alumnos acercarse a la realidad; una realidad experiencial, que configure la base para el desarrollo de un posterior conocimiento práctico que fundamente las competencias profesionales. 

 

Esta nueva concepción conlleva, necesariamente, a una forma diferente de concebir la labor docente y su quehacer diario, y, específicamente, a concebir una forma distinta de programar y, muy especialmente, de evaluar. En este sentido, las competencias imprimen carácter a todo el currículo y es la consecución de las mismas la que debe orientar todo el proceso evaluador. Así pues, ello supone modificar a fondo la forma tradicional de evaluar del profesorado, centrada sobre todo, -hasta no hace mucho-, en la comprobación de la adquisición de los contenidos. 

En esta nueva forma de abordar el proceso evaluador, cobra igual importancia cada uno de los componentes que constituyen las competencias básicas: contenidos (saber), habilidades (saber hacer), actitudes y valores (saber ser), y estrategias de aprendizaje (saber aprender), en contextos diversos y momentos determinados, de manera que pueda darse una expresión (cuantitativa o cualitativa) que indique el grado de adquisición de todas y cada una de las competencias básicas, atendidas en su proceso y en función de su nivel de desempeño

Lafijación de los niveles de desempeñode las competencias básicas se aconseja realizarse desde la selección rigurosa y minuciosa de cada uno de los componentes configuradores de las competencias (antes mencionados) que los alumnos deben adquirir hasta un momento determinado (sea final del mes, final del trimestre o de curso), para lo cual habrán de determinarse previamente aspectos de innegable importancia, que se postulan como los ejes vertebradores del modelo de aprendizaje por competencias: criterios de evaluación(como referentes para la evaluación de las competencias), las actividadesque deben realizar los alumnos, al margen del tipo de informaciónque se espera proporcione cada una de ellas, así como la relación de cada actividad con las competenciasy los criterios de calificación

Así pues, como apreciamos, en este nuevo modelo adquieren una relevancia esencial las actividades, pues, a favor de las reflexiones de Ausubel (1983), ¿la consecución de un óptimo desarrollo cognitivo debería llevarse a efecto, más que por la presentación de numerosos objetivos secuenciados, por la elaboración de secuencias concatenadas de actividades orientadas a enriquecer esos proceso¿.

De sus propias palabras, se deriva y se evidencia además la necesidad de vincular los objetivos con las actividades, pues dichas actividades constituyen la proyección práctica de las competencias básicas, que se desarrollan y se visualizan en la acción práctica. 

En este sentido, Castillo & Cabrerizo (2010), aportan una serie de consideraciones fundamentales para que una actividad esté bien definida, considerando que debe permitir al alumno ser autónomo en su realización, desempeñar un papel activo, exigir de él el desarrollo de procesos cognitivos, permitirle su aplicación al campo de su propia realidad, facilitarle la transferencia de los aprendizajes y, evidentemente, que sea motivadora. Para ello, aconsejan que las actividades estén previamente programadas atendiendo a su continuidadsecuenciaciónintegración curricular. Igualmente, se hace a este respecto conveniente fijar en la programación, como recomiendan los autores anteriormente citados, ¿actividades tipo¿ que propongan la resolución de situaciones-problemaque el alumno trate de resolver haciendo uso adecuado de los contenidos aprendidos (aprendizaje basado en problemas). De este modo, el éxito en la resolución de la situación-problema, dependerá del nivel alcanzado en el desarrollo de las capacidades desarrolladas y aplicadas a la práctica mediante un proceso reflexivo.

En cualquier caso, la adquisición de una competencia básica puede llevarse a cabo por medio de diferentes tipos de actividades, que deberán estar claramente vinculadas, según estos autores, a cada uno de los descriptoresque conforma cada competencia básica, para conocer el tipo de información que cada una de ellas proporciona. 

Relacionados con las actividades a realizar deben definirse, igualmente, los materiales e instrumentos a utilizarpor parte del alumno. En este sentido, tanto el cuaderno de trabajo del alumno, como el más actualizado portfolioel e-portolio(registro o archivo acumulativo) se postulan como instrumentos útiles para evaluar el grado de adquisición de las competencias básicas. 

Por su parte, los criterios de evaluaciónen el modelo de aprendizaje por competencias establecerán el tipo y grado de aprendizaje que se espera hayan alcanzado los alumnos en un momento determinado, respecto de las capacidades indicadas en los objetivos generales de etapa, y su finalidad deberá ser la de definir unos indicadoresválidos y constatables para reconocer el nivel alcanzado por el alumno en la adquisición de una determinada competencia (tal y como lo establece la actual legislación educativa). 

Quizás uno de los problemas a los que se enfrenta el profesorado en relación con los criterios de evaluación de las competencias básicas es que, al no aparecer asociados a ningún objetivo concreto, puede resultarles difícil, a la hora de programar y por tanto de evaluar; es decir, saber a qué competencia está asociada cada criterio. En este sentido, el modelo teórico elaborado en el marco del Proyecto DeSeCo(2005), llegó a algunas conclusiones importantes, entre las que cabe destacar: a) Las competencias solo se manifiestan en la realización de acciones en un contexto o situación particular; por sí mismas las competencias no existen, es decir, no son independientes de la acción en la que se manifiestan; b) Las competencias se desarrollan a través de la acción y de la interacción; c) Las competencias se evalúan sobre la base de las evidencias de los resultados

De todo lo expuesto, se deduce la innegabilidad de que la evaluación por competencias, labor planteada por la Comisión Europea de Educación y planificada por parte de la administración educativa, requiere de una necesaria reorientación de la labor docente y la aplicación de un esfuerzo mayor, pero cierto es que se convierte en necesaria y prioritaria para el efectivo desarrollo personal, emocional, social y cognitivo del alumnado. En este sentido, es labor de los maestros la ejecución de dicho proceso, en tanto que son ellos los que velan por el correcto desarrollo de estos procedimientos de valoración de la adquisición de las competencias de sus estudiantes. 

La evaluación de las competencias es necesaria, sobre todo como instrumento al servicio de la mejora de los procesos educativos, sin embargo, la dificultad radica en el desconocimiento de la multiplicidad de herramientas de las que se dispone para efectuar dicho trabajo, reduciendo su labor al empleo de instrumentos tradicionales, pese a que se vislumbre una atención a los procesos de evaluación cualitativa. Los docentes manifiestan sentirse poco informados para ejecutar estas tareas, con escasez de tiempo y una gran cantidad de responsabilidades burocráticas que satura su labor docente. 

Aún así, tal y como señala Pérez (2007): ¿La reflexión sobre la práctica, la indagación tutorizada, el desarrollo de proyectos de trabajo pueden convertirse en una estrategia privilegiada para fomentar el desarrollo de competencias¿

Pero lo que sí es de tener muy en cuenta, es que, en definitiva, la evaluación de las competencias básicas, diseño relativamente novedoso que ha de imprimir carácter a la puesta en marcha del currículo, no sería efectiva sin docentes convencidos de la idoneidad del trabajo por competencias. 

Miembros Miembros

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Gabriel Marín Fernández

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