La Formación en Centro que hemos recibido en relación a la Educación Emocional ha servido, en primer lugar, para cubrir una necesidad de nuestro Claustro, ya que era un tema muy demandado y que debíamos abordar; pero no teníamos el soporte básico para construirlo. Y en segundo lugar, para ayudar a la adquisición de las competencias socio-emocionales personales y como grupo de trabajo.

Este despertar nos ha servido para poder entender algunas reacciones o comportamientos de nuestro alumnado y para utilizar, parte de lo aprendido, en esta situación tan compleja aunque fuese de manera remota. Al menos, se ha intentado dar ese apoyo emocional y cercanía al alumnado.

Lo más importante es que ya hemos iniciado el camino y que pretendemos continuarlo, ya que la segunda parte de la formación nos asegura poder desarrollar las estrategias en el aula siguiendo un guión común elaborado entre todos a partir de los conocimientos y de la formación que esperamos recibir en el próximo curso.

Valoro de manera muy positiva la participación y la expectación del profesorado ante este tipo de formación, tanto por el contenido como por la forma. El interés y la receptividad que el tema despierta hacen que sea la clave para poder aprender a crear un buen clima de trabajo, que ayude a la mejora de los resultados académicos.

Por todo ello, no se entendería esta primera parte sin la continuidad de la siguiente, que deseamos que se pueda llevar a cabo el próximo curso. Esperemos que así sea.

Gracias a Alberto Ortega por su exposición tan amena, clarificadora, intensa y, al mismo tiempo, divertida; a Lucía Fernández por su eficacia y buena disposición; y al Claustro por su alta participación y las ganas de crear entre todos una red para que todo funcione cada vez mejor