Quienes llevamos años trabajando en la profesión docente, venimos observando cómo cada vez el alumnado se muestra más inquieto, con una gran falta de atención y más irritable. Averiguar las causas sería un motivo de investigación, que dejaremos a los expertos, si es que los hay. Sí vemos, sobre todo en los mayores, que al llegar a clase se afanan en hablar entre ellos, discutir, porfiar, criticar¿ lo que no hacen en su tiempo libre, pues durante él o van a clases extraescolares o juegan con sus consolas (esto lo hacen cada vez más pequeños) o ven la ¿tele¿. No suelen dedicar mucho tiempo a actividades sociales, que es dónde se interactúa libremente con los otros y se aprende a gestionar las emociones. También observamos una tendencia cada vez más creciente por parte de las familias a sobreproteger a sus hijos. Sus hijos no son culpables de sus actos, la culpa la tienen los demás, siempre.
Ocurre que se busca en la escuela la solución a todos los males sociales, y en ella¿ hacemos lo que podemos. Ahora nos toca formarnos en enseñar al alumnado a gestionar sus emociones, cosa que, ciertamente, siempre hemos trabajado desde que tengo memoria docente, pero que en la actualidad no nos funciona del todo bien.
Lo dicho, haremos lo que podamos, que es mucho.