En estos momentos tan extraños que vivimos como maestros y maestras, considero que corresponde una reflexión más allá del propio proyecto de formación que, con mayor o menor implicación por parte de cada una de nosotras, hemos llevado a cabo durante este curso 19/20.
Hoy vuelvo la vista atrás y quiero pensar que suelen ser las incertidumbres más que las evidencias, las que nos hacen seleccionar los contenidos formativos anuales. En este curso lo fue la atención a la diversidad y la educación emocional. Nunca hemos estado satisfechas porque somos inquietas, siempre nos exigimos algo más, siempre nos cabe la duda de si poder hacerlo mejor, todo y siempre en el empeño de ofrecer mas calidad en la respuesta educativa a nuestro alumnado.
Hemos visto como en los últimos cursos determinados alumnos y alumnas han destacado por su capacidad intelectual superior a la media, y hemos hecho nuestros los protocolos establecidos para llevar a la práctica una atención educativa adecuada. Pero seguíamos inquietas ante nuestras evidentes dificultades para detectar a esos niños y niñas. Y nos empeñamos en avanzar. Y hemos conseguido durante este proceso de formación, romper los tabúes respecto del alumnado sobredotado que, en mi opinión, era el principal problema. Y en estos momentos nos sentimos más segur@s tanto en su detección como en su atención.
Y avanzar en esa atención a este alumnado más dotado intelectualmente, nos ha llevado a avanzar en el proceso de inclusión del resto del alumnado con características y niveles intelectuales más "normalizados" y/o por debajo de la media. Sin pretenderlo, sin que fuese nuestro objetivo, hemos reflexionado sobre nuestra práctica docente y hemos puesto en marcha estrategias más inclusivas con la seguridad de haber trazado un nuevo rumbo para nuestra escuela, un rumbo en el camino hacia la inclusión real de todos y todas.
Por otra parte, hemos visto y vivido como algunos centros de nuestro entorno han creado ambientes emocionales dignos de admiración y, como no podía ser de otra manera, hemos querido formar parte de ellos y hacer de nuestro colegio, un centro emocionalmente competente. Nuestra decepción llegó con el cierre de nuestras escuelas y el posterior confinamiento. Nos quedabamos sin las sesiones formativas con asesoramiento externo que esperábamos con ganas. Ahora, 60 días después de iniciar este proceso de enseñanza-aprendizaje telemático, y vista la respuesta de mis compañeros y mis compañeras hacia su alumnado, me pregunto si nos era realmente necesaria, o si era nuevamente nuestra inquietud y quizá nuestra falta de reflexión conjunta sobre nuestra práctica educativa, la que nos llevó a esta petición. No puedo dejar de mostrar en estas líneas mi admiración por mis compañeros y compañeras de este curso tan peculiar, un curso lleno de incertidumbres, un curso que irremediablemente quedó marcado por la llegada de la covid-19. Desde el cierre precipitado del colegio y trás una semana llena de incertidumbres y dudas, hasta la coordinación y la eficacia docente de la que hoy me siento más que satisfecha y orgullosa.
Y aquí sigue este Claustro de maestras y maestros, con más incertidumbres que certezas, atendiendo a todo nuestro alumnado; atendiendo a quienes necesitan de más apoyo emocional y motivación y a quienes les sobra entusiasmo; atendiendo a quienes tienen la fortuna de disponer de todos los recursos necesarios para continuar con la educación online desde casa, como a quienes apenas cuentan con un único dispositivo que comparte la familia al completo; a quienes tienen familias alfabetizadas digitalmente, como a quienes tienen familias con niveles mínimos de competencia digital; atendiendo al alumnado quienes en la normalidad del proceso de enseñanza-aprendizaje presencial avanzan sin dificultad, hasta a quienes requieren de medidas de atención a la diversidad más o menos complejas para avanzar en su camino hacia la competencia personal y social; atendiendo a familias que viven de manera muy diferente esta crisis sanitaria mundial con afectaciones en su vida personal más y menos grave. A todas, sin dejar a nadie atrás.
Ese es el Claustro del CEIP Santa Rita. Maestras y maestros que han puesto al servicio de su alumnado desde el cien por cien de su tiempo, hasta el cien por cien de sus recursos, y ante todo, toda su empatía, comprensión y respeto hacia nuestro alumnado y sus familias.
Gracias compañeras, y suerte en vuestro camino.