Ya va quedando menos para la finalización del curso escolar 19-20. Me quedo con la frase que me ha repetido un buen y sabio compañero ¿¿A situaciones excepcionales, soluciones excepcionales¿. Esta nueva situación nos ha abierto nuevos horizontes de enseñanza-aprendizaje que se pueden asumir como algo con fecha de caducidad, o que podemos interpretar como una oportunidad de incorporar a nuestra praxis nuevas perspectivas pedagógicas. Quizás los docentes de tecnología, como es mi caso, este nuevo cambio no me ha supuesto nada nuevo ni diferente de mi práctica docente habitual, de hecho me ha invitado a reflexionar sobre los aciertos y errores cometidos en mi trabajo diario. También me ha abierto los ojos sobre las posibles dificultades que presenta el alumnado para el acceso a las nueva tecnologías y que tan sobradamente he menospreciado en multitud de ocasiones. 
Esta situación además me ha servido para empatizar con mi alumnado y con sus familias, a darle apoyo y ánimo en estos duros momentos de confinamiento y de drama social y laboral. Me ha permitido organizarme y coordinarme mejor con el equipo docente y con los compañeros con los que realizo inclusión, y sobre todo me ha posibilitado ver más allá de la importancia de los contenidos y priorizar aquellas competencias, destrezas y sobre todo herramientas que van a permitir a mis alumno/as forjar un futuro personal y laboral. Sin lugar a dudas, se ha puesto en valor el humilde objetivo con el que surgió este grupo de trabajo y considero que es el punto de partida de futuros grupos de trabajo de compartición de ideas y materiales curriculares para el alumnado con discapacidad, que en mi opinión ahora son más necesarios que nunca.