Sesenta dias hace ya que estamos confinados, sesenta dias que si no fuera por los ratitos haciendo el corto, las risas que nos damos en nuestro grupo de whatsapp, los videos de las actuaciones ... se hubieran convertido en 60 dias tristes.
Echo de menos esos ensayos, nuestros saludos nada más entrar; es como si estuviesemos en familia, y es así como creo que lo sentimos todos, como una gran familia. Dos besos por aqui, abrazos por allá y el afecto de unos a otros se pilla en el ambiente. Eso no lo consigue un plan de estudios, expertos y master class. Eso lo consigue la confianza, el compañerismo, la amistad... que te brinda el teatro.
Echo de menos los ensayos generales, donde siempre se cambia algo a última hora y tu cabeza cree que no va a retener para la función. El momento en el que nos maquillamos, nos reimos, nos miramos, nos ayudamos, esa alegria contenida mezclada con nervios. Tus compañeros ya no son los que están ahí, es una autentica metamorfosis, una sensación que no hay otra igual, dejas de ser tu y tus amigos también, ya somos los personajes.
El olor de las tablas y el telón, el rumor del público al fondo antes de empezar saludándose y buscando su butaca.
Llega el momento, se apagan las luces y ¡zás!, se abre el telón y empieza la historia. Esa historia que tienes el privilegio de vivir junto con unos amigos, echas un ojo al patio de butacas y vez alguna cara feliz (va la cosa bien te dices), entras en las patas del teatro y todo el mundo está concentrado. Sabes que la música va a entrar, las luces se van a encender, tus amigos están ahí, la historia está ahí, el público está ahí.
Y llega el final y esa metamorfósis se produce a la inversa justo cuando se cierra el telón, los personajes ya tomaron vida, ya se contó la historia, ahora somos nosotros, los que amamos este arte los que disfrutamos del deber cumplido.
Echo de menos todo eso, os echo de menos pero ... ¡VOLVEREMOS!