Buenas tardes, compañer@s, me gustaría compartir con vosotros las impresiones que he podido rescatar de este remolino de emociones y sentimientos encontrados en el que nos hallamos inmersos, especialmente en relación con la cantidad de aspectos positivos que, a pesar de todo, nos está brindando la teledocencia. Personalmente, tras una primera etapa de búsqueda de herramientas que complementasen aquellas de las que ya disponía y utilizaba anteriormente (correo electrónico, grabación de pantalla de la pizarra de iPad Pro, video-tutoriales subidos a Google Drive y YouTube, a las que se han unido Telegram, Moodle), he descubierto que la tecnología no sólo nos abre todo un abanico de posibilidades en cuanto a herramientas con las que presentar los contenidos a nuestros estudiantes: además de esto, he podido comprobar, con gran entusiasmo y empatía, que a nivel social los grupos están experimentando importantes mejoras. Los alumnos/as tímidos están atreviéndose a salir a la pizarra virtual de las clases que tenemos en horario regular por videoconferencia a través de la Moodle que la Conserjería de Educación ha puesto a nuestra disposición, circunstancia que anteriormente, quizá por pudor a ser el foco de atención en la pizarra del aula, no se daba. De igual forma, quienes anteriormente mostraban problemas de comportamiento, ahora escuchan de manera atenta sin interrumpir, llegando, en muchos casos, a entregar tareas de manera regular. Por otro lado, la posibilidad de atenderlos también a través de otras aplicaciones como Telegram, que permite estar en contacto sin necesidad de compartir el número de teléfono (ofrece la opción de conectar a través del nombre de usuario), está haciendo posible una educación mucho más individualizada y basada en las necesidades particulares de cada alumno/a. No obstante, la teledocencia es tremendamente exigente.