Recuerdo que la última vez que tracé unas líneas en este espacio, en circunstancias bien distintas, también me vi sorprendido por cómo se me había pasado el tiempo y casi me gana la medianoche y con ella la imposibilidad de zascandilear un poco por este espacio terrorífico, pues de tal catadura son los espacios en blanco, aun ese que se está convirtiendo hoy, en mala hora, cuando la medianoche está a punto de cercarme de nuevo, en el mismo espacio, otrora locus amoenus, ahora locus terribilis, en algo tan preciado como el oro a juzgar por cómo nuestros semejantes hacen acopio de él en este tiempo infausto que nos ha sorprendido y que ha dado al traste con los proyectos más inmediatos; éste del PLC, sin embargo se ha salvado y quizá, a difrencia de nosotros, no necesite cuarentena y siga su curso con paso firme. Para nosotros se abre ahora un tiempo de incertidumbre en el que un cierto silencio va a hacerse necesario para que la voz de nuevo surja inmarcesible, si salimos incólumes de la porfía en la que justo ahora, a punto de asediarnos la medianoche y con ella un viraje incierto en nuestras vidas, nos encontramos. Habremos de tirar del lema de nuestras truncadas olimpiadas timé kai areté para llegar hasta la nike final.