Grupos de trabajo

Imagen de fondo del tipo de comunidad

Esta propuesta de grupo de trabajo supone una alternativa al trabajo individual y a la competición, tanto para el alumnado como los profesores que les imparten clase. La investigación versará sobre las nuevas metodologías de aprendizaje en grupo y sus beneficios en la implantación del ámbito de la enseñanza secundaria obligatoria.

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ANÁLISIS CRÍTICO DE LAS LECTURAS

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Noelia Cruz Céspedes
En cuanto a la primera lectura relacionada con un artículo de Joan Domingo Peña en la revista dInnovació Docent Universitària Vol. 2 (2010), pp. 1-9, podemos definir el aprendizaje cooperativo como los procedimientos que surgen de la organización del aula en grupos heterogéneos en los que los alumnos/as trabajan coordinados entre sí. Sin embargo, Johnson y Johnson (1991) analiza la base conceptual de este aprendizaje y lo define como <<el uso instructivo de grupos pequeños para que los estudiantes trabajen juntos y aprovechen al máximo el aprendizaje propio y el que se produce en la interrelación>>.

Clásicamente, se ha prestado más atención a la relación entre profesores con alumnos, profesores con profesores, profesores con familias, pero, ¿se le ha otorgado la importancia que se merece a la relación entre alumnos con compañeros? La enseñanza tradicional le concede prioridad al trabajo individual y memorístico. Cabe destacar, por su importancia, el aprendizaje basado en proyectos, el Flipped Classroom, aprendizaje cooperativo, etc que rompen con las bases tradicionales y se enfoca en la interacción en el aula.

Estamos de acuerdo con Joan Domingo Peña cuando afirma que los procedimientos del aprendizaje cooperativo coinciden en la interdependencia positiva de los alumnos/as, la exigibilidad y responsabilidad, el encuentro interactivo entre ellos, las habilidades cooperativas y el autoanálisis del grupo. No obstante, podemos añadir que para que tenga lugar una convivencia armoniosa hay que realizar un análisis de una serie de factores. Mediante el proceso de socialización, el alumnado aprende en relación con los demás e intervienen competencias cognitivas, emocionales y sociales.

La inteligencia emocional soluciona posibles conflictos con los demás ante determinadas respuestas agresivas o violentas. La autoestima también influye en los modos de relacionarse del alumnado, una baja autoestima genera vulnerabilidad, mientras que una alta autoestima soluciona los problemas mediante el diálogo. El rendimiento académico genera un desgaste de las relaciones al etiquetarse los alumnos entre ellos como el listo, el copión, el holgazán, el empollón...

En las actividades de aprendizaje se desarrollan las competencias y se reflejan la consecución de los objetivos en relación a los contenidos. Según el autor los logros dependen en gran medida de la elaboración de rúbricas, ya que de manera clara se le señala al estudiante los objetivos que esperamos de ellos a través de un producto. Obviamente, cualquier metodología didáctica presenta dificultades en la evaluación, ya que los alumnos, en la mayoría de ocasiones, perciben como injusto el resultado final. Una posible solución para paliar este inconveniente en el tipo de aprendizaje que nos ocupa sería la coevaluación y autoevaluación, ya que los estudiantes se inconforman con el trabajo cooperativo cuando todos los miembros del equipo obtienen la misma calificación, independientemente de las competencias desarrolladas por cada uno de ellos. Esta circunstancia puede dar lugar a la desmotivación, desgana y desinterés ante este tipo de aprendizaje.

La integración de las competencias clave como elemento del currículo marca un punto y aparte en el modelo tradicional educativo al que estamos acostumbrados e introduce una nueva visión en el terreno de la educación básica a través de la educación competencial. Ser competente es ser capaz de utilizar lo aprendido en contextos reales (académicos, sociales y profesionales) y exige: un saber (un contenido), un saber hacer (un procedimiento, una habilidad, una destreza, etc.) y un saber ser (una actitud determinada). Se trata de todos aquellos recursos que el alumno es capaz de movilizar de forma conjunta e integrada para resolver con eficacia una situación en un contexto dado. Las competencias son multifuncionales, transversales, transferibles, integradoras, dinámicas y evaluables.

Joan Domingo Peña, resalta como competencias que inciden de manera directa en el aprendizaje cooperativo la competencia comunicativa, aprender a aprender y la de autonomía e iniciativa personal. En la comunicación verbal también hay que tener en cuenta la no verbal, y ambas facilitan la transmisión de contenidos compartiéndolos con el resto del grupo. Igualmente, aprender a aprender conduce el aprendizaje del alumnado de manera autónoma de conformidad con los objetivos. En este sentido habría que resaltar cómo el alumnado amplía unos conocimientos desarrollando su pensamiento crítico. La competencia autonomía e iniciativa personal requiere llevar a cabo unos objetivos planificando las acciones y convirtiéndolos en proyectos. Ahora bien, ¿qué implicación tienen el resto de competencias en el aprendizaje cooperativo?

- La competencia matemática ayuda a resolver problemas y tomar decisiones basadas en argumentos que el grupo tiene que debatir, siendo una práctica habitual del aprendizaje cooperativo.

- La competencia digital relacionada con las tareas que deba de realizar el grupo por Internet, además, de la búsqueda de información y las herramientas que se empleen.

- La conciencia y expresiones culturales, la creatividad necesita del dominio de ciertas técnicas artísticas. La valoración y respeto hacia las diferentes culturas, razas o países de cada uno de los miembros de cada grupo desarrollan esta competencia.

- La competencia cívica y social, se relaciona con los conocimientos y actitudes de la sociedad, toda vez que resuelve problemas y conflictos sociales. En el aprendizaje cooperativo sus miembros tienen que preocuparse por los valores transversales y superar los prejuicios sociales comportándose de forma democrática.

Como conclusión diremos que la decisión de <<enseñar lo importante>> ha conllevado una revisión del currículo que permite pasar del <<saber>> al <<saber y querer hacer>>, por ello es fundamental que el docente diseñe tareas que ayuden a resolver problemas, a aplicar los conocimientos adquiridos y motivar a los estudiantes a la actividad. La denominación competencia clave se adopta de la definición de la Unión europea, esto es, aquellas competencias que el alumno precisa para realizarse y desarrollarse personalmente así como para ejercer debidamente su ciudadanía, incorporarse a la vida laboral de forma plena y ser capaz de continuar aprendiendo a lo largo de su vida. De acuerdo con lo expuesto el aprendizaje cooperativo es idóneo para el desarrollo de las mismas.

Bibliografía

-Johnson, D.W y R.T Johnson (1999). Aprender juntos y solos. Aprendizaje cooperativo, competitivo e individualista. Buenos Aires: Paidós.


Este grupo de trabajo reflexionará acerca del siguiente interrogante: ¿Tiene relación el aprendizaje cooperativo con la gestión de emociones?
Siguiendo la segunda lectura relacionada con el artículo La inteligencia emocional de los alumnos empieza por la de sus profesores, de la revista Educación 3.0, Ingrid Mosquera, reflexiona sobre el papel de la educación emocional en los centros educativos. La manera de introducirlo puede ser por medio de una asignatura, contenido o competencia transversal. Los docentes tenemos la posibilidad de implementarlo a través de recursos (vídeos, juegos, libros o tareas), técnicas ( psicología positiva o <<midlfulness>>), el trabajo por proyectos y teatro.

Los docentes servimos de modelo al alumnado, por lo que esta iniciativa comienza por nosotros mismos. La directora de UNIR, Carmen García de Leaniz, describe los cinco pasos para trabajar los conflictos: calmarse, reflexionar, dialogar, saber escuchar, empatía y buscar soluciones. En todo momento debemos de contribuir a que el alumnado se sienta valorado y reconocido su trabajo.

Vallés Arándiga (2016) afirma que los contenidos del aprendizaje cognitivo están presentes en el currículo educativo; sin embargo, la dimensión emocional ha sido olvidada en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Gestionar las emociones, solucionar los conflictos, afrontar situaciones difíciles del aula, ser competente socialmente no son contenidos de aprendizaje de ninguna etapa educativa. Las consecuencias de no controlar las emociones genera agresividad, descontrol, acoso escolar, comportamientos disruptivos, etc.

El tipo de metodología que nos ocupa requiere por parte del docente que sepa gestionar determinadas funciones educativas:
- Necesidades, intereses y objetivos de los alumnos.
- Ayudar a que los alumnos tengan objetivos personales.
- Favorecer la toma de decisiones y la responsabilidad del alumnado.
- Crear un clima adecuado de positividad y ofrecer apoyo personal para reforzar la autoestima de los estudiantes.

Ahora bien, ¿cuál es el rol del docente en la gestión de emociones? La respuesta la podemos encontrar en el equilibrio personal como modelo de habilidades empáticas de las que el alumno pueda aprender y gestionar sus propias emociones. Es esencial que comprenda las necesidades del alumno, ofrecer ayuda, comprender los distintos puntos de vista, actuar como asesor en quien confiar, etc. Si un docente es experto en resolución de conflictos podrá enseñar a los alumnos para que desarrollen las habilidades necesarias y puedan realizarlas ellos mismos con sus compañeros.

En clase nos encontramos diariamente con situaciones que necesitan de respuestas emocionales. No paliar estos inconvenientes puede resultar negativo en el proceso de enseñanza aprendizaje y crear desmotivación, y ansiedad. El docente en estos casos debe proporcionar experiencias positivas y de éxito que se vinculen con la autoestima como disfrutar de sus logros, encontrar una finalidad a lo aprendido, saber afrontar los retos, emplear procedimientos de relajación, etc.

El aprendizaje cooperativo fomenta la colaboración entre el alumnado, el diálogo, la resolución de problemas, contraste de opiniones, reflexión personal, etc. Es por ello que debemos prestarle la debida atención a la gestión de emociones para culminar con éxito nuestro objetivo. Un docente emocionalmente inteligente manejará sus emociones, desarrollará las habilidades pertinentes en su alumnado y servirá de ejemplo, toda vez que establecerá relaciones positivas con la comunidad educativa.

Bibliografía

Vallés Arándiga, A. (2016), psicopedagogía de la inteligencia emocional. Fondo editorial sostenible.


En cuanto a la tercera lectura del artículo Estructuras de Aprendizaje Cooperativo de la revista Campuseducación, Ana María Sánchez, analiza los beneficios y objetivos del aprendizaje cooperativo y las diferencias entre este el colaborativo. Finalmente, analiza diversas propuestas para llevarlo a la práctica en el aula.

Los objetivos del aprendizaje cooperativo son:

- Fomentar la sociabilidad del alumno incorporando su conducta pautas de comportamiento cooperativo.

- Motivar la interacción entre los miembros del grupo de manera solidaria.

- Hacer valer el trabajo de todos los componentes de forma igualitaria.

La autora resalta la importancia de mantener los grupos de trabajo estables en el tiempo y que sean heterogéneos. De esta forma crearemos lazos de unión entre ellos.

No debemos confundir el aprendizaje colaborativo con el cooperativo. En el primero, no se buscan objetivos comunes, ningún alumno es imprescindible, el control radica en el docente que coordina el aprendizaje. No obstante, en el cooperativo los alumnos deben alcanzar los mismos objetivos, todos los miembros son necesarios, los alumnos toman decisiones sobre su propio aprendizaje y el docente orienta.

El trabajo cooperativo puede tener dos tipos de estructuras:

- Simples: se trabajan determinadas tareas cooperativas en el aula a través de técnicas que se pueden incluir en las unidades didácticas y no requieren modificación de las mismas, tales como la lectura compartida, el folio giratorio, la parada de tres minutos, etc

- Complejas: requieren una planificación previa y deben ser tenidas en cuenta para la elaboración de las unidades didácticas como el trabajo por proyectos.


Sentadas las bases anteriores, las fases que podemos seguir para implementar el aprendizaje cooperativo en el aula siguiendo a Torrego y Negro (2012) son:

Fase 1: Formación y Orientación. Se presta especial interés a mejorar el clima del grupo clase en el aula. Los grupos interactivos que se formen tendrán que ser reducidos y el tiempo que dediquemos al trabajo cooperativo será de periodos cortos hasta incluir rutinas de aprendizaje. Se debe comenzar por estructuras simples y asignar roles (portavoz, secretario, responsables¿) Finalmente, implantaremos técnicas de aprendizaje para desarrollar las destrezas y lograr los objetivos.

Fase 2: Establecimiento de normas y de resolución de conflictos. Durante esta etapa se suelen generar conflictos en el aula, por lo que sería conveniente ayudar a gestionar las emociones al alumnado, tal y como hemos tratado en la segunda lectura del trabajo que nos ocupa. Trabajaremos técnicas cooperativas informales y ampliaremos el tiempo que le dedicamos en el aula añadiéndolas a nuestras unidades didácticas.

Fase 3: Rendimiento eficaz del grupo. Mantendremos los grupos de trabajo de la fase anterior y aumentando hasta media sesión la duración del trabajo cooperativo. El paso de estructuras simples a complejas debe ser progresivo. Mantendremos los roles pero incorporaremos nuevas funciones a los alumnos.

Fase 4: Finalización. Crearemos un balance positivo de los logros alcanzados para que puedan continuar el siguiente curso. La motivación tiene que estar presente en todas las fases descritas, ya que es el motor que conseguirá que entre todos alcancemos la meta.


En el siguiente enlace de Aula Planeta disponéis de consejos para aplicar el aprendizaje cooperativo en el aula:

https://www.aulaplaneta.com/2014/11/03/recursos-tic/diez-consejos-para-aplicar-el-aprendizaje-colaborativo-en-el-aula/

Bibliografía:

Torrego, J.C. y Negro, A. (coords.) (2012). Aprendizaje cooperativo en las aulas. Fundamentos y recursos para su implantación. Madrid: Alianza Ed.
Publicado el día 3/04/21 20:48.
Ana Ros Martínez
1.
Después de leer la primera lectura, de Joan Domingo Peña sobre el aprendizaje cooperativo como una metodología para el desarrollo integral del alumnado a través de las competencias y teniendo en cuenta a otros autores y teorías como la ¿Teoría de Inteligencias Múltiples¿ o ¿La inteligencia emocional¿, realizo mi reflexión.

Las competencias están establecidas en artículo 2 de la O-ECD-65/2015 y éstas tratan de obtener un saber conjunto para formar a los alumnos de una manera completa, fomentando en cada uno de ellos sus potenciales. Además la propia ley dice ¿Todos los estudiantes poseen talento, pero la naturaleza de este talento difiere entre ellos. (¿) El reto de una sociedad democrática es crear las condiciones para que todos los alumnos y alumnas puedan adquirir y expresar sus talentos¿. Y esto es la esencia de la Teoría de las Inteligencias Múltiples, despertar y potenciar las capacidades del alumnado.

Una de las herramientas de las que disponemos los profesores para fomentar el aprendizaje es el trabajo cooperativo, del cual en el artículo de referencia se enumeran sus ventajas y virtudes. Pero para realizarlo, como refleja mi compañera, se debe realizar en un entorno de convivencia armoniosa y para ellos es necesario siempre conocer el contexto, el macrosistema y el microsistema.

Durante el desarrollo de las actividades y trabajos, el alumno tiene que ser consciente en todo momento qué es lo que está haciendo, por qué, para qué y cómo se va a evaluar, por lo que las rúbricas cumplen esta función.

Como conclusión diré que esta manera de trabajo, que aunque lleva en la teoría unos años, aún no se pone en práctica en la mayoría de aulas, es un cambio que se está produciendo poco a poco y que lleva tiempo para cambiar la mentalidad sobre la enseñanza, la evaluación y el aprendizaje de los alumnos, tanto por parte del profesorado como por las familias.

2. ¿Tiene relación el aprendizaje cooperativo con la gestión de emociones?
El artículo anterior también esta relacionado con esta pregunta, pues al final con el trabajo cooperativo y en el propio aula, estamos tratando con alumnos, con personas, las habilidades sociales son fundamentales, sobre todo para poder convivir en sociedad, como bien indica la propia ley educativa como uno de sus objetivos.
Los profesores pasamos muchas horas con los alumnos, somos sus referentes, por lo tanto para poder ayudarles a ellos a gestionar las emociones, debemos primero nosotros sobre ellas, y esto es un handicap, pues tenemos otra formación distinta a la de psicología. Afortunadamente, cada vez somos más los profesores que nos interesamos por esto y nos formamos, pues cada vez somos más conscientes de la importancia que tiene en el aula la gestión de las emociones, que los alumnos se sientan escuchados, respetados y sepan expresarse en todos los sentidos, también emocionalmente.
Con el trabajo cooperativo, están trabajando en equipo, por lo que experimentan distintas emociones como consecuencia de la propia interacción que tienen con sus compañeros. El profesor debe ser capaz de resolver cualquier conflicto que se genere en el aula para que no generen otros problemas mayores, como acoso, depresiones o comportamientos disruptivos.

3. ¿Cómo podemos llevar a la práctica el aprendizaje cooperativo en el aula?
Son muchos los factores que debemos de tener en cuenta para llevar a cabo el aprendizaje cooperativo, no siendo reglas estáticas, pues el contexto es el eje en el que nos basamos, no todos los grupos tienen las mismas características y circunstancias. Debemos de tener en cuenta todas las recomendaciones que tenemos a nuestra disposición, por ejemplo en el enlace de Aula Planeta y elegir cuáles son las que mejor se adapta nuestro grupo-clase y la diversidad de alumnos que podemos encontrarnos.

Como bien indica mi compañera, no debemos confundir el aprendizaje colaborativo con el cooperativo, en este último que es el que estamos tratando, es el profesor quien guía y orienta en el aprendizaje, es el docente quien toma en todo momento las decisiones para que el desarrollo del trabajo sea fructífera.
Publicado el día 8/04/21 9:24 en respuesta a Noelia Cruz Céspedes.
María Rosa Fernández Calzado
El primer artículo tratado en la lista de las lecturas críticas es el de Joan Domingo Peña.
En la actualidad nuestra idea sobre el aprendizaje dista mucho de la idea que teníamos hace unos años, cuando nuestra atención se centraba en la relación entre el profesorado y el alumnado principalmente.
El alumno se encargaba de realizar en la mayoría de las ocasiones su aprendizaje de forma individual, centrado mayormente en tareas memorísticas y dirigido por el profesorado. Hoy en día se ha comprobado que este modelo, aunque puede ser útil en ciertas ocasiones, no destaca, estimula y potencia las competencias del alumnado tanto de forma individual como grupal. A este respeto, el aprendizaje cooperativo si lo hace.
Según se define el aprendizaje cooperativo, el alumnado trabaja en grupos heterogéneos para desarrollar una tarea académica, coordinándose entre sí para resolver y profundizar en las tareas de forma coordinada. Debido a la estrecha relación que guardan unos objetivos con otros, es imposible progresar en unos sin hacerlo en el resto, por lo que se va progresando en el aprendizaje individual a la vez que lo hacen el resto de los participantes.
Otro punto clase en este modelo de aprendizaje son las competencias clave, que fueron incorporadas como elemento del currículo y marcaron un punto de inflexión en la visión de la educación que se tenía hasta el momento. De esta forma, la integración de las competencias permiten que el alumnado sea capaz de utilizar lo aprendido en contextos reales, tanto académicos, sociales así como profesionales.
En el artículo, Joan Domingo destaca algunas de las competencias que según su punto de vista inciden más claramente en el aprendizaje cooperativo: competencia lingüística, aprender a aprender o sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor. La primera nos permite comunicarnos con los miembros de nuestro grupo facilitando la transmisión de ideas, contenidos, etc; la segunda fomenta que el alumnado logre de forma autónoma sus objetivos: por último necesitan planificar y coordinar sus tareas/objetivos para lograr la consecución de su trabajo final.
Con respecto al papel que juegan el resto de competencias dentro del aprendizaje cooperativo, observamos que todas tienen cabida en mayor o menor grado. En el caso de la competencia social y cívica así como la conciencia y expresiones culturales, ambas competencias son claves para el correcto funcionamiento del grupo. Los integrantes deben respetar las creencias, intereses, culturas y valores de sus compañeros, comportándose de forma democrática durante el desarrollo de su proyecto.
En lo que respecta a la competencia digital, los integrantes del grupo deberán realizar búsquedas en Internet, usando diferentes herramientas y distinto tipo de información disponible.
Por último, la competencia matemática les ayudará a solventar problemas debatiendo y tomando las decisiones grupales que sean necesarias.
El aprendizaje cooperativo abre un abanico nuevo de posibilidades más respetuosas y creativas con el alumnado, potenciando el protagonismo principal del alumnado en su propio aprendizaje.

En nuestro segundo artículo, Ingrid Mosquera reflexiona sobre la inteligencia emocional en el contexto del aprendizaje cooperativo.
Como ya he destacado en la reflexión del artículo anterior, el respecto por las creencias, intereses, la cultura y los valores de los miembros que integran el grupo es fundamental para poder desarrollar el trabajo cooperativo correctamente. Son muchas las emociones que entran en juego durante este tipo de aprendizaje, ya que debemos entendernos con nuestros compañeros, llegar a acuerdos, tomar decisiones, en definitiva gestionar diferentes emociones de forma adecuada durante nuestras interacciones grupales.
Para este tipo de acciones, es fundamental el papel que jugamos los profesoras y las profesoras, siendo un referente para el alumnado en lo que tiene relación con la gestión de nuestras emociones en el aula. Debemos ser capaces de resolver conflictos de forma eficiente, transmitir al alumnado serenidad y empatía.
Actualmente, somos cada vez más los profesores que entendemos como la gestión de las emociones influye en el aprendizaje y nos formamos para saber acompañar a nuestro alumnado, haciendo que estos se sientan respetados y comprendidos.

En el tercer articulo, sobre Estructuras del Aprendizaje Cooperativo, Ana Maria Sánchez nos indica cómo trabajar este tipo de aprendizaje en el aula, analizando los beneficios y objetivos, destacando las diferencias con el colaborativo.
Para poder implementar este tipo de aprendizaje en el aula se deben tener en cuenta unas consideraciones previas en relación con el clima del grupo, fomentando grupos reducidos y con aumento del tiempo de trabajo de forma paulatina; establecimiento de normas claras y resolución de conflictos; aumento progresivo del rendimiento del grupo; por último balance de los logros alcanzados. El trabajo cooperativo podrá adoptar dos tipos de estructuras, simples o complejas, contando con una planificación previa en la segunda de ellas.
Por último comentar que no se deben confundir el aprendizaje colaborativo y cooperativo, ya que el primero no pasa por buscar objetivos comunes y el profesorado es quien coordina en todo momento el aprendizaje.
Publicado el día 8/04/21 20:37 en respuesta a Ana Ros Martínez.
María de Fátima Bioque Zurita
Lecturas críticas Grupo de Trabajo Aprendizaje Cooperativo

1.- Joan Domingo Peña, en la revista d¿Innovació Docent Universitària Vol. 2 (2010).

En relación con la primera lectura, Joan Domingo Peña parte de la explicación del concepto de aprendizaje cooperativo con el que los psicólogos sociales David y Roger Johnson suelen referirse a la actividad educativa en la que el alumnado, en grupo, posee objetivos comunes de aprendizaje. Además, el autor destaca 5 componentes necesarios en la agrupación en el aula:

1. El alumnado trabajan en grupo para configurar una producción conjunta. Esto es lo que se reconoce como <<interdependencia positiva>>. Además, señala que es necesario tanto formular metas comunes a todos los participantes como suplementar y reforzar tal interdependencia positiva.

2. La interacción cara a cara es positiva puesto que supone que el alumnado se ayude entre ellos, así como se animen en las tareas particulares.

3. Debe haber una responsabilidad individual que sea evaluada por el docente como feedback aunque el trabajo sea en grupo.

4. Hay ciertas habilidades sociales que impregnan el proceso, tales como el liderazgo, la capacidad de decisión, la confianza en uno mismo que deben ser enseñadas de manera explícita por el docente.

5. Debe existir autoevaluación grupal del trabajo entre los componentes de este.

La última fase se relaciona con la reflexión sobre el aprendizaje obtenido.

El aprendizaje cooperativo tiene como resultado la comunicación efectiva entre el alumnado así como la implicación en el proceso, lo que no supone que el alumnado con más carencias se vea ayudado por los más hábiles sino que se la tarea sea repartida entre todos los componentes del grupo.

Por otra parte, el concepto acuñado como <<objetivos formativos>> se presenta como los resultados que se esperan conseguir en el aprendizaje mediante el trabajo grupal. El éxito o no de nuestra intervención depende de la consecución de tales objetivos. El autor propone el uso de rúbrica como herramienta básica en la evaluación del producto obtenido. Los indicadores de este documento permiten de manera clara y específica que el alumnado conozca previamente lo que va a ser evaluado.

En relación con la adquisición de las competencias, es clara la interrelación entre el aprendizaje cooperativo y el desarrollo de la competencia comunicativa, a saber, el proceso conlleva escuchar, decidir o mantener un determinado rol en el grupo. Además, la interacción oral no se presenta de manera aislada sino que también existen formas de comunicación audiovisual y formas no verbales de intervención cara a cara. El concepto de competencia metodológica se refiere a la capacidad de convertir las informaciones en conocimientos eficaces de actuación.
Así, la competencia de aprender a aprender implica la consecución de este tipo de habilidad. Por último, es clara la repercusión del aprendizaje cooperativo en lo relativo a las competencias personales: la asertividad, la empatía, el diálogo, la toma de decisiones, resolución de problemas y conflictos que puedan surgir¿ Asimismo, la competencia en autonomía e iniciativa personal, aún participando activamente en grupo, supone llevar las ideas propias a la acción teniendo en cuenta al resto de compañeros.

Las conclusiones obtenidas del estudio suponen que el trabajo cooperativo, además de los beneficios comentados arriba, contribuye a la consecución de las competencias básicas de manera indirecta, sin la necesidad exclusiva de planificar la adquisición de estas.


2.- Artículo La inteligencia emocional de los alumnos empieza por la de sus profesores, de la revista Educación 3.0, Ingrid Mosquera.

En la segunda lectura se presenta la necesidad de incluir en el aprendizaje en el aula no solo la adquisición de conocimientos de las diferentes asignaturas sino la implicación emocional del docente para con el alumnado. Así, se defiende una mejor consecución de los objetivos a través del trabajo de los valores como la empatía, el autocontrol, la reflexión individual, la capacidad de escucha, la resolución de conflictos, etc. Aquí, la Directora del Experto Universitario en Inteligencia emocional de UNIR, Carmen García de Leaniz, aporta ejemplos de medidas que se puedan tomar en el aula para conseguir habilidades emocionales por parte del alumnado. Como fin último, se pretende la mejora de la educación del alumnado y de la convivencia en el aula.

Sabemos por experiencia que el alumnado obtiene mayor éxito en la consecución de los objetivos escolares si se siente aceptado, motivado y capaz de llegar a las metas propuestas. Por una parte, es innegable que en un ambiente enriquecedor de convivencia en el aula, teniendo a sus compañeros como modelos de estudio y de apoyo, el alumno se verá reforzado positivamente. Por otra parte, si nuestra postura es de comprensión y afecto hacia el discente, se verá con fuerzas para superar cualquier dificultad.

3.- En el artículo Estructuras de Aprendizaje Cooperativo de la revista
Campuseducación, Ana María Sánchez.
El interés de este artículo se presenta en el planteamiento específico de metodologías que ayuden a conseguir los objetivos de las distintas asignaturas del currículo teniendo siempre en cuenta la heterogeneidad del alumnado al que nos enfrentamos y partiendo de la inclusión del aprendizaje cooperativo en el aula.
Los objetivos principales del proyecto son:
- El fomento de las relaciones sociales entre el alumnado.
- El desarrollo de un modelo metodológico cooperativo.
- La distribución del éxito en el grupo y su consiguiente motivación.

Por otra parte, se aclaran las diferencias de conceptos tales como aprendizaje cooperativo vs colaborativo. En el primero, los alumnos trabajan juntos para alcanzar objetivos comunes, todos son indispensables en el proceso enseñanza-aprendizaje, deciden ellos mismos sobre su aprendizaje y el docente es quien los orienta. Sin embargo, en el segundo trabajan para maximizar su aprendizaje y el del resto de alumnado aunque ninguno se presenta como indispensable.
Además, ellos mismo no deciden sobre su aprendizaje, sino que es el docente quien controla el proceso, coordinándolo.

Algunas de las técnicas propuestas por García y Cabezas (1998) es la de los juegos de torneo por equipo, puzles, grupos de investigación y equipos de rendimiento por divisiones. Otras son la formación de equipos entre cuatro y seis alumnos, con la ayuda o supervisión del profesor.

Entre las estructuras cooperativas, se dan una relación con la aportación de la explicación pertinente, a saber:

ESTRUCTURAS SIMPLES:
- Lectura compartida: escucha, comprensión y explicación de esta por parte de un compañero.
- Parada de tres minutos: la reflexión sobre una explicación en clase.
- Cadena de preguntas: relación de preguntas sobre un tema concreto.
- Folio giratorio: con la aportación del trabajo de cada componente del grupo.

ESTRUCTURAS COMPLEJAS:
- Trabajos de investigación: construcción de equipos y distribución de tareas, búsqueda de información y análisis, presentación y evaluación.
- Trabajo por proyectos: búsqueda de soluciones a un problema propuesto de la vida real.

Conclusiones:
El docente debe controlar el proceso de enseñanza aprendizaje para asegurar que el trabajo realizado sea equitativo y formativo para todos los participantes del grupo. No se espera de ellos, por lo tanto, la repartición única de tareas sino el trabajo conjunto y la obtención de resultados a partir de la retroalimentación en el trabajo.
Publicado el día 9/04/21 18:30.
Laura Ferrer Sánchez
La primera lectura propuesta, el artículo de Joan Domingo Peña, ¿El aprendizaje y las competencias¿ hace una reflexión acerca de qué es el aprendizaje cooperativo y qué relación existe entre esta metodología y la adquisición de las competencias clave.
El aprendizaje cooperativo parte de una idea de la educación distinta, en la que los alumnos se convierten en protagonistas directos de su propio aprendizaje, lo que supone una relación entre el alumno y la lección distinta, se acerca a ella casi como un juego y eso favorece la adquisición de los contenidos. Por otra parte, despierta su curiosidad por aprender, por trasladar ese conocimiento y por ayudar a los compañeros en un trabajo que han convertido en propio. Los beneficios en diferentes áreas de su desarrollo cognitivo son evidentes: el fomento del trabajo en equipo de manera coordinada, la implicación con aquello que hacen, la ayuda entre iguales, el apoyo del grupo y el convertir la clase en algo nuevo, que motiva y que interesa.
Por su parte, es una metodología que basa sus cimientos en el desarrollo de las diferentes competencias clave, independientemente de la materia desde la que se trabaje. En esencia, fomentar el trabajo cooperativo lleva implícito la adquisición de la competencia de aprender a aprender, así como la de autonomía e iniciativa personal o la competencia social, en cuanto supone un trabajo coordinado entre varios. Pero es más que evidente que también se llevará a cabo el desarrollo de la competencia digital en la búsqueda de información y la competencia matemática en la resolución de problemas. Y no cabe duda, que la competencia comunicativa estará en la base de una actividad que conlleva una buena comunicación entre ellos, clave para el trabajo cooperativo.

¿Tiene relación el aprendizaje cooperativo con la gestión de emociones?
El segundo artículo, ¿La inteligencia emocional de los alumnos empieza por la de sus profesores¿ de Ingrid Mosquera, nos hace reflexionar acerca del valor de saber gestionar las emociones en el aula. Debemos partir de la idea de que los protagonistas de nuestra labor son jóvenes, adolescentes en pleno proceso de cambio. Son, precisamente, sus emociones las que guían ahora mismo su vida. Nosotros nos convertimos, indudablemente en modelos a imitar, labor de compleja asimilación y es por ello que el aprender a gestionar nuestras emociones y enseñar a gestionarlas a nuestros alumnos se convierte en absolutamente necesario. Para ello contamos con herramientas que nos ayuden en esta labor, entre ellas el trabajo cooperativo como una actividad que conlleva el desarrollo de la capacidad de escuchar y respetar al otro, despertar el interés por asuntos que podían ser desconocidos para ellos, la seguridad en uno mismo y en su capacidad para conseguir objetivos a través de su esfuerzo. No podemos obviar que la educación emocional es una de las materias que no podemos pasar por alto. Debemos guiar a nuestros alumnos para que aprendan a gestionar sus conflictos, sus dificultades, sus miedos y preocupaciones.

El artículo tercero, ¿Estructuras de aprendizaje cooperativo¿ analiza los objetivos que se persiguen con el trabajo cooperativo y cómo llevarlo a la práctica. A lo largo de nuestra trayectoria como docentes nos encontramos con grupos de alumnos diversos a los que enseñamos atendiendo a sus características y es por ello, que nuestra metodología se va modificando y adaptando al grupo-clase. El trabajo cooperativo se basa en la creación de grupos de trabajo que deben ser reducidos, heterogéneos y estables. Los alumnos se convierten en protagonistas de su aprendizaje y el docente en el guía en ese proceso. Todos los miembros del grupo aprenden en apoyo mutuo valorando la consecución del trabajo como un proceso en el que todos están implicados al mismo nivel.
Para llevar a cabo el trabajo cooperativo se nos presentan dos estructuras cooperativas, simples y complejas, con diferentes técnicas y métodos para llevar a cabo el aprendizaje: lecturas guiadas y comentadas entre los diferentes miembros del grupo, el trabajo de investigación o el trabajo por proyecto, que los acercan a problemas de la vida real.
Publicado el día 9/04/21 20:52.
Laura Ferrer Sánchez
La primera lectura propuesta, el artículo de Joan Domingo Peña, ¿El aprendizaje y las competencias¿ hace una reflexión acerca de qué es el aprendizaje cooperativo y qué relación existe entre esta metodología y la adquisición de las competencias clave.
El aprendizaje cooperativo parte de una idea de la educación distinta, en la que los alumnos se convierten en protagonistas directos de su propio aprendizaje, lo que supone una relación entre el alumno y la lección distinta, se acerca a ella casi como un juego y eso favorece la adquisición de los contenidos. Por otra parte, despierta su curiosidad por aprender, por trasladar ese conocimiento y por ayudar a los compañeros en un trabajo que han convertido en propio. Los beneficios en diferentes áreas de su desarrollo cognitivo son evidentes: el fomento del trabajo en equipo de manera coordinada, la implicación con aquello que hacen, la ayuda entre iguales, el apoyo del grupo y el convertir la clase en algo nuevo, que motiva y que interesa.
Por su parte, es una metodología que basa sus cimientos en el desarrollo de las diferentes competencias clave, independientemente de la materia desde la que se trabaje. En esencia, fomentar el trabajo cooperativo lleva implícito la adquisición de la competencia de aprender a aprender, así como la de autonomía e iniciativa personal o la competencia social, en cuanto supone un trabajo coordinado entre varios. Pero es más que evidente que también se llevará a cabo el desarrollo de la competencia digital en la búsqueda de información y la competencia matemática en la resolución de problemas. Y no cabe duda, que la competencia comunicativa estará en la base de una actividad que conlleva una buena comunicación entre ellos, clave para el trabajo cooperativo.

¿Tiene relación el aprendizaje cooperativo con la gestión de emociones?
El segundo artículo, ¿La inteligencia emocional de los alumnos empieza por la de sus profesores¿ de Ingrid Mosquera, nos hace reflexionar acerca del valor de saber gestionar las emociones en el aula. Debemos partir de la idea de que los protagonistas de nuestra labor son jóvenes, adolescentes en pleno proceso de cambio. Son, precisamente, sus emociones las que guían ahora mismo su vida. Nosotros nos convertimos, indudablemente en modelos a imitar, labor de compleja asimilación y es por ello que el aprender a gestionar nuestras emociones y enseñar a gestionarlas a nuestros alumnos se convierte en absolutamente necesario. Para ello contamos con herramientas que nos ayuden en esta labor, entre ellas el trabajo cooperativo como una actividad que conlleva el desarrollo de la capacidad de escuchar y respetar al otro, despertar el interés por asuntos que podían ser desconocidos para ellos, la seguridad en uno mismo y en su capacidad para conseguir objetivos a través de su esfuerzo. No podemos obviar que la educación emocional es una de las materias que no podemos pasar por alto. Debemos guiar a nuestros alumnos para que aprendan a gestionar sus conflictos, sus dificultades, sus miedos y preocupaciones.

El artículo tercero, ¿Estructuras de aprendizaje cooperativo¿ analiza los objetivos que se persiguen con el trabajo cooperativo y cómo llevarlo a la práctica. A lo largo de nuestra trayectoria como docentes nos encontramos con grupos de alumnos diversos a los que enseñamos atendiendo a sus características y es por ello, que nuestra metodología se va modificando y adaptando al grupo-clase. El trabajo cooperativo se basa en la creación de grupos de trabajo que deben ser reducidos, heterogéneos y estables. Los alumnos se convierten en protagonistas de su aprendizaje y el docente en el guía en ese proceso. Todos los miembros del grupo aprenden en apoyo mutuo valorando la consecución del trabajo como un proceso en el que todos están implicados al mismo nivel.
Para llevar a cabo el trabajo cooperativo se nos presentan dos estructuras cooperativas, simples y complejas, con diferentes técnicas y métodos para llevar a cabo el aprendizaje: lecturas guiadas y comentadas entre los diferentes miembros del grupo, el trabajo de investigación o el trabajo por proyecto, que los acercan a problemas de la vida real.
Publicado el día 9/04/21 20:52.

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