Continuamos las tarea del curso pasado, los que repetimos, otros compañeros son nuevos. Y como cada semana, tenemos ese punto de encuentro en el que cambiamos ese código implantado en nuestro cerebro que es la lengua, de la de Cervantes a la de Shakespeare. Se agradece en medio de todo el batallar de la semana este momento de relajación y aprendizaje a la vez. En mi caso, puesto que este curso tengo algunas horas de Inglés en mi horario, me siento especialmente empujado y estimulado.