Educar en la emoción supone no ser un mero transmisor de conocimientos, sino un educador en el sentido amplio de la palabra. Hay que desarrollar la empatía con nuestro alumnado, comprendiéndoles en como se sienten para poder ayudarles mejor. En la etapa de educación infantil, que es la que yo imparto, es fundamental y necesario la educación emocional puesto que nuestros pequeños alumnos y alumnas son pura emoción.

Educar en las emociones es un proceso arduo, pero es un medio para facilitar el aprendizaje al alumnado. Saber que somos sus guías, sus confidentes, sus modelos¿siempre desde el respeto, el cariño, la objetividad¿ les ayuda a confiar en sus posibilidades, habilidades, aptitudes, mejorar su autoestima..., traduciéndose en mejoras.

El grado de implicación por parte del profesorado del centro en las tareas y actividades que nos propone el ponente durante el tiempo que nos ocupa la actividad es total. El profesorado se muestra motivado e ilusionado con dicha formación colaborando en todas y cada una de las actividades, desarrollando y exponiendo perspectivas tanto laborales como personales, enriqueciéndose de las experiencias ajenas y analizando las propias... En definitiva, se trata de unos momentos en los que el análisis y la reflexión nos hacen crecer como docentes para poder entregar no solo lo menor de nosotros, sino para poder entregarles a cada uno de nuestros alumnos/as lo que necesitan en cada situación. De esta manera, al tener conciencia de ello, manifestamos especial interés en determinadas situaciones y momentos tales como la subida del recreo, la tutoría, en la asamblea cotidiana de inicio de jornada, ... en donde generalmente podemos llevar a la práctica lo acontecido durante estas sesiones. Incluso se hace necesario interrumpir la clase de mates, de lemgua, para emplear y aplicar algunos de los recursos o actividades que hemos tenido presente en nuestra formación. Pongo como ejemplo el desarrollo de la actividad "tela de araña afectiva" cuando en un momento dado de mi clase de mates una alumna se quejaba de que no la querían sus compañeros y no tenía amigos en esta clase. Sin pensármelo busqué una madeja de lana que tenía y ... manos a la obra!! Todos somos uno, todos tenemos un lugar en la clase, todos nos queremos y todos somos importantes. Lo mejor de todo: el gran abrazo que nos dimos y la enorme sonrisa que apareció en la carita de la niña, borrando cualquier huella de las lágrimas derramadas un par de minutos antes.

Mi valoración de la FASE DE DESARROLLO resulta positiva, ya que nos está dotando de herramientas personales y profesionales para educar en las emociones. Lo que nos ayuda a conocer mejor a nuestro alumnado, con sus necesidades, intereses, miedos, metas,... Todo esto humaniza aún más nuestro trabajo diario. Y mejora la calidad del tiempo pasado con ellos. Es un "darse cuenta" de lo que estamos haciendo en cada momento, tanto ellos/as como nosotros/as, profesionales de la enseñanza. Esa búsqueda de la calidad en las interacciones con nuestro día a día, queda recogida en la actual corriente "Mindfulness" o de "Atención consciente".

Educar en las emociones hace que podamos estar más conectados con nuestros alumnos, sabiendo cómo se siente en todo momento y entendiendo mejor sus comportamientos y su forma de actuar a lo largo del día.
Es importante saber cómo nos sentimos nosotros al entrar en clase...pues ésto influirá bastante en las actitudes de nuestros alumnos.

La educación emocional es tan importante para el alumnado como para los docentes. Nos ayuda a conocer nuestras propias emociones, saber manejarlas, motivarnos a nosotros mismos, así como a reconocer las emociones de los demás y establecer relaciones. Este aprendizaje será tan satisfactorio a nivel personal como para nuestro trabajo con los niños/as. Yo destacaría la esperanza. Que las cosas irán bien a pesar de las dificultades con las que que nuestros alumnos cuentan en sus primeros años.

La educación emocional parece ir calando poco a poco en nuestro sistema educativo, lo cual me congratula. Las emociones nos marcan día a día, tanto a nosotros, los profesionales de la educación, como a nuestro alumnado. Creo que todos y todas sabemos reconocer las emociones a estas alturas de la película, lo que no significa que tuviesen un lugar en nuestras escuelas. Como seres emocionales que somos no podemos dejar de lado parte de nuestro ser. Las emociones no son una chaqueta que puedas quitarte al entrar a tu aula, al igual que nuestro alumnado tampoco puede deshacerse de ellas. Por lo tanto, si pretendemos que la acción con el alumnado sea integral, hemos de tener en cuenta esta parte tan importante de su ser. También es necesario practicar la "propiocepción emocional", o lo que es lo mismo, darse cuenta o ser consciente de las emociones propias, las reales, sin miedo a sentirlas.

Entrar en el campo de las emociones desde la educación, supone un paso más en nuestra formación, en directa concordancia con la práctica diaria.

Es otro punto de vista, otra perspectiva diferente para ver, solucionar y desarrollar tareas diarias. Nuestra práctica es compleja, más aún si sumamos la heterogeneidad que se presenta en nuestras aulas. Por ello, esta nueva visión, nos ayuda a tomar en consideranción la parte más humana de la educación, que muchas veces queda en un segundo plano.

Supone un herramienta útil en el quehacer diario a la hora de abordar situaciones diferentes. No únicamente con el alumnado, sino con las familias, incluso con los propios compañeros. En definitiva, una herramienta para ser utilizada en la convivencia de la totalidad de la comunidad educativa.

En la infancia, experimentar emociones positivas con frecuencia, favorece el posible desarrollo de una personalidad optimista, confiada y extrovertida, sucediendo lo contrario con la vivencia de emociones negativas.

Así una adecuada educación emocional, permitirá adquirir destrezas para el manejo de los estados emocionales, reducir las emociones negativas y aumentar en buena medida, las emociones positivas.

En este sentido, podemos mencionar por ejemplo, el saber resolver de manera asertiva los conflictos, encajar una frustración a corto plazo a cambio de una recompensa a largo plazo y manejar nuestros estados de ánimos para motivarnos.

El curso es interesante y abre un campo de nuevas posibilidades de trabajo. El trabajo de las emociones es complicado porque a los niños y a las niñas les cuesta ponerse en el lugar del otro, hablar y compartir opiniones ¿ Les resulta complicado identificar sus emociones y gestionarlas.
Entiendo debemos centrar nuestros esfuerzos y orientar nuestra práctica en este sentido, cimentando la base que favorezca el desarrollo emocional para que nuestros alumnos y alumnas tengan confianza en sus capacidades y mantengan relaciones satisfactorias, algo que influye de forma positiva en todas las áreas de su vida.

En la fase de Desarrollo que estamos,valoro lo hecho hasta ahora de manera positiva, ya que nos está permitiendo a los que no conocíamos estas teorías de las emociones tener una primera impresión. Además, también estamos viendo de manera práctica algunas actividades y dinámicas que podemos llevar a cabo con nuestra clase. Lógicamente cada actividad tendrá que ser adaptada al nivel de nuestro alumnado, ya que si para nosotros es difícil reconocer nuestros sentimientos y estados de ánimo, para ellos les supone un mayor esfuerzo. Es más, yo daría un pasito más e invitaría para el curso que viene a hacer algo similar con las familias, para que se dieran cuenta de la importancia de atender muchas veces a los llantos y sonrisas de sus hijos e hijas.