Lecturas obligatorias

Me gustó mucho leer Campos de Níjar, lo reafirmo, aunque tiene imprecisiones sin importancia entre el tiempo real y el tiempo de la novela. Entonces me gustaba porque me hablaba del lugar donde vivía, y, hoy todavía lo repaso porque me sigue evocando maravillosos días de un tiempo cercano. Con las relecturas fui descubriendo errores de situación de pueblos, parajes y distancias kilométricas imposibles de recorrer andando en una jornada, y palabras inusuales en el vocabulario del Cabo. Para mí, personalmente, a pesar de que tiene un rico léxico y muy buenas descripciones del paisaje y es una crónica-denuncia arriesgada en pleno franquismo, tiene muchos méritos, aunque no es un libro redondo, le falta profundidad en los personajes descritos, habla un andaluz macarrónico, y el final está escrito muy a la ligera. Quizás el excesivo aprecio sobre este libro, se deba al hecho de que la literatura almeriense haya sido huérfana en autores indígenas, nula o casi nula en la recreación de lo propio y autóctono, y ha propiciado que los almerienses se hayan agarrado como un pulpo a una roca a una firma conocido actual como es la indudable, famosa y reconocida de Juan Goytisolo, con quien la literatura de Almería tiene una deuda contraída e impagable. Apenas existen novelas cuya trama se desarrolle en Almería o su entorno. No hay editoriales públicas, sino el Instituto de Estudios Almerienses y la Universidad que publican a su capricho y a ¿amiguetes¿. El poeta gallego José Ángel Valente al residir aquí también levantó el nombre literario de Almería y se organizó un premio literario con su nombre. ("Tras los pasos de Juan Goytisolo por lod "campos de Níjar", de Ramón Fernández Palmeral
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