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evaluación por competencias y correcto uso de la herramienta de sénaca para la evaluación por competencias.

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Reflexión sobre las lecturas iniciales.

Buenas tardes compañeros, después de leer los artículos que nos propuso Lola Abadías, nuestra asesora, me gustaría comentar, que la que me ha resultado más interesante es la Fernando Trujillo, que realiza un análisis del fracaso de las competencias clave en educación. A pesar de las ventajas educativas que el autor observa en las competencias, afirma que este fracaso se debe a que el profesorado no se ha sentido partícipe del proceso. Los docentes, responden positivamente a experiencias de cambio iniciados por ellos mismos pero de forma negativa a cambios impuestos. Tal como dice el autor:  "Lo que ha de cambiar no se puede prescribir porque los cambios en la práctica dependen de lo que piensen los profesores".
Comentarios
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María de los Ángeles Ortiz Romera
Me ha parecido especialmente interesante el artículo de Fernando Trujillo ya que hace una reflexión sobre por qué no han calado las competencias clave, anteriormente básicas, en educación ya que si asumimos y aceptamos que no fueron introducidas de la manera adecuada desde el inicio, pienso que será más fácil el ir introduciéndolas gradualmente en el futuro.
Publicado el día 5/02/18 11:15.
Luis M. Odriozola Alberdi
Estoy de acuerdo con Mª Ángeles, y continuando con ese tema, valoro como importante la preocupación de Fernando Trujillo acerca de cómo pasar de la normativa al aula. Y coincido con Antonio Bolívar cuando expresa la necesidad de reorganizar los centros completamente, así como cambiar la relación entre la comunidad y la escuela. La pregunta es....¿Puede eso llevarse a cabo? ¿Cuántos están dispuestos?
Publicado el día 7/02/18 9:52.
Susana Castro Serrano
El artículo de Fernando Trujillo me ha parecido muy interesante porque ofrece una visión crítica y realista de un tema tan de actualidad en educación como el de las competencias clave.
Desde mi punto de vista sería necesario construir este nuevo sistema de aprendizaje desde la realidad del aula y contando siempre con la experiencia del docente. Hacerlo desde la propia ley educativa sin contar con los factores anteriormente mencionados está demostrando que no permite aplicar al aula las competencias.
Publicado el día 7/02/18 13:25 en respuesta a Luis M. Odriozola Alberdi.
Ana María Fernández Pérez
Estoy de acuerdo con el planteamiento que hace Fernando Trujillo sobre el tema de las competencias. Considero, que siempre se han trabajado en el aula, aunque tal vez no se haya hecho de la manera adecuada. Por otra parte, tal vez necesitemos medios e información adecuada para poder evaluarlas.
Publicado el día 7/02/18 13:27 en respuesta a Susana Castro Serrano.
Moisés Rodríguez Ríos
Totalmente de acuerdo con el planteamiento que hace Fernando Trujillo, puesto que cualquier aspecto introducido en la práctica docente debería contar con el apoyo de toda la comunidad educativa, para que estos cambios sean más fáciles de asumir. A pesar de ello, las competencias actuales, ya se trataban en el aula, aunque no de una forma tan explícita.
Por este motivo, considero que el proceso de introducir las competencias en el sistema educativo ha de ser gradual y facilitando la formación adecuada al profesorado.
Publicado el día 7/02/18 20:03.
David Onetti Porras
Saludos!!
Yo he llegado a la siguiente conclusión:
Para mi las competencias siempre se han trabajado, aunque se le ha dado prioridad a los contenidos conceptuales.
En cada competencia clave se trabaja el saber, saber hacer y saber ser y estar. Es lo mismo que conceptos (saber), procedimientos (saber hacer) y actitudes (saber ser y estar).
La clave es: ¿qué voy hacer yo en el aula pari que los alumnos asimilen esas competencias?
Y eso dependerá del tipo de alumno que tenga.
Se dice mucho que tenemos que motivarlos, pero yo he visto a muchos profesores motivados que terminan desmotivados.
Si las familias no se implican en la educación de sus hijos, es difícil.
En los lugares donde la familias están implicadas, los alumnos responden y más o menos todos terminan motivados. en estos casos se pueden aplicar nuevas medidas como trabajos por proyectos...
Publicado el día 8/02/18 21:26 en respuesta a Moisés Rodríguez Ríos.
Antonio Gómez Jiménez
Debo reconocer que, de entrada, el concepto mismo de ¿innovación educativa¿ me produce temor y temblor. El motivo es que, a menudo, esas innovaciones que se introducen no son más que parches mal cosidos sobre una prenda tan gastada que, por mucho que se remiende, empieza a parecer un harapo.
Muchos y muy preocupados profesores admitimos la necesidad de cambiar aspectos de la educación; a veces los problemas de la enseñanza son de índole cuantitativo, y otras cualitativo. Pero las supuestas ¿innovaciones¿ suelen ser introducidas desde la distancia por personas que tienen poca tiza en las manos y mucha ideología a sus espaldas. Y ya se sabe que educación e ideología no maridan bien.
Personalmente, de todo lo que he estado leyendo en estos artículos, me preocupan los siguientes aspectos:
-Obsesión actual por que los niños no se aburran en clase.
Si conseguimos que, al tiempo que aprenden, se diviertan, mejor que mejor. No creo que nadie lo dude. Es cierto que lo que divierte atrae y resulta más fácil que no se olvide. Pero de ahí no se sigue que todo lo que conviene ser aprendido pueda resultar divertido. En definitiva: puede ser una buena aspiración tratar de hacer amenas y divertidas las clases, pero no una finalidad en sí misma.
Objeción: Kant dijo que la verdad es divertida. Por tanto, el que no se divierta es, o bien porque no ha entendido la verdad que se ha explicado, o bien porque no le interesaba conocerla.
Por cierto, de resultas de una clase aburrida estamos trabajando la competencia aprender a aprender: ¿chavales, no todo en la vida será divertido. Ni siquiera lo más importante que tengáis que hacer. Y aún así, debéis hacerlo¿.
Se tiene una opinión muy estrecha y reducida de lo que puede producir diversión. Se puede divertir a un grupo de alumnos contando la biografía de un escritor introduciendo anécdotas curiosas. No es necesario vestirse de payaso, ni poner videos, ni realizar juegos. Como en todo, hay personas de suyo divertidas y graciosas, y otras que no lo son ni aunque te cuenten un chiste. Las primeras lo tienen más fácil como profesores, porque pueden hacerte reír incluso mientras te explican cómo resolver una ecuación. Las segundas lo tienen peor, aunque les toque explicar a sus alumnos la reproducción (que siempre se presta a risitas). En el fondo, si lo que se busca es a profesionales con buen sentido del humor y que sean buenos animadores sociales, lo que hay que hacer es cambiar las pruebas selectivas para ingresar profesores en el sistema educativo. Se me ocurre que las oposiciones fueran una especie de ¿No te rías que es peor¿.
-Obsesión por decir menos y hacer más.
De la mano de esa obsesión por que los niños no se aburran, surge esa lucha contra la ¿explicación¿ por parte del profesor. Es más divertido ¿hacer¿ que ¿escuchar¿, por eso el profesor tiene que callarse más y dejar que los alumnos hagan. Ahora parece que está mal visto ese proceso mediante el cual uno aprendía después de practicar lo que previamente se le había explicado. Lo moderno es aprender equivocándose, sin explicaciones previas (o con las mínimas posibles).
Objeción: espero que los médicos, los arquitectos y los profesores de autoescuelas no adopten este sistema.
Como los propios alumnos expresan su aburrimiento, el sistema educativo tiene que cambiar. Como ellos dicen que así no aprenden, ponemos en marcha todos los engranajes para modificar la pedagogía. Entonces: ¿en los 70¿s y 80¿s sí nos entreteníamos estudiando? ¿O pasaba como ahora? ¿Aprendimos algo? Ahora se dice que tenemos que procurar que nuestros alumnos ¿aprendan de verdad¿. De lo que se deduce que nosotros ¿no aprendimos de verdad¿. ¿Cómo hemos llegado entonces a los puestos que ocupamos? ¿Cómo es posible que alguien que no aprendió ¿de verdad¿ ocupe ahora un puesto desde el que es capaz de enseñar a otros cómo tienen que aprender ¿de verdad¿?
-Obsesión por conectar todo lo aprendido con la actualidad.
Se desprecia todo lo relacionado con el pensamiento abstracto y, por tanto, se desprecia el pensamiento per se. Esa es la primera consecuencia de pretender que todo lo aprendido tenga aplicación práctica. Teniendo en cuenta que la vida actual desprecia la reflexión, en vez de buscar potenciarla en las aulas para convertir los centros de enseñanza en bastiones de resistencia, nos hacemos solidarios de esta sociedad materialista y alejada del pensamiento para convertir a los alumnos en personas eminentemente pragmáticas. El resultado ya se puede ver. Solo basta con probar a decirle a los alumnos: ¿hoy, en lugar de realizar actividades, leer y explicar, vamos a pensar. Haremos un ejercicio de reflexión¿. Contad el número de resoplidos y caras de susto... Y los que no resoplan ni se asustan, es porque ven la oportunidad perfecta para desconectar de la clase y dedicarse a sus cosas.
-Obsesión por implementar la tecnología en las aulas.
Como estamos rodeados de tecnología, hay que usar la tecnología en la enseñanza. Es decir, hay que estar ¿a la moda¿. De nuevo creo que se confunde lo que es un medio con lo que es un fin en sí mismo. Muchos de los trabajos por proyecto que me han presentado, y muchas de esas unidades didácticas ¿novedosas y revolucionarias¿ que he tenido la suerte de ver, tienen, por toda novedad, introducir un elemento tecnológico. Por ejemplo: escribir un poema, recitarlo y (he aquí lo novedoso) grabarlo en video. Otro ejemplo: hacer un trabajo de investigación, presentarlo en diapositivas y crear un avatar con voki que lo lea.
De nuevo, pienso que lo interesante es tomarlo como una herramienta más, no como una obligación. Hay veces en que su introducción resulta una verdadera ayuda; y otras en que constituye una intromisión difícil de defender.
Nuestros alumnos son más diestros y expertos que la mayoría de los profesores en materia tecnológica. Sencillamente son hijos de una era digital. Han nacido en su seno, mientras que nosotros hemos crecido en ella. Y puesto que la mayoría de nuestros alumnos ya disponen de tecnología fuera del aula, lo que se pretende es utilizar los mismos medios o el mismo lenguaje que el que ya acostumbran. Es decir, que de nuevo se renuncia a hacer de los institutos reductos de resistencia frente a la marcha acelerada y ultratecnológica de la sociedad. Ahora, utilizar libros para enseñar está mal visto. Es un rescoldo de pedagogías desfasadas. Ahora hay que enseñar con diapositivas, o visitando páginas web con la pizarra digital, o mostrando el lado didáctico del móvil y otros aparatejos. La biblioteca ya no es un punto de búsqueda de información por estanterías, de libro en libro, sino el lugar en que los niños acceden a los ordenadores para ¿bichear¿ por internet. Es un contrasentido. Introducir ordenadores con internet en una biblioteca escolar es como invitar al lobo al corral de las gallinas. El ¿enemigo¿ en casa. En mi época aprendíamos a seleccionar la información tomando lo que nos parecía más acertado de entre varias enciclopedias, después de pasar toda una tarde en la biblioteca. Ahora el alumno hace ¿ctrl+c y ctrl+v¿ de la primera página que le ofrece google. Pero, eso sí, es competente en el uso de las TIC.
-Obsesión contra el aprendizaje memorístico.
Una vez más, la radicalidad de la propuesta es su principal error. Denostar la memoria y echar por tierra la importancia de interiorizar conceptos, solo puede ser fruto de un desconocimiento profundo del funcionamiento de la mente, de la importancia cognitiva de la memorización y el posterior recuerdo. Después de todo, parece increíble que hayamos sido capaces de desenvolvernos en la vida con el desastre de educación que veníamos teniendo, en la que un docente en calidad de ¿supuesto saber¿ instruía a sus alumnos sobre materias que debían estudiar y memorizar. Está claro (deben pensar) que, con ese sistema, nunca aprendimos a hacer nada; que no aprendimos a aprender; que no fuimos capaces de extrapolar la información teórica y convertirla en conocimiento práctico. Pobres de nosotros, que solo sabíamos estudiar y recitar de memoria, pero nunca supimos qué hacer con lo estudiado. Al poco, todo eso lo olvidamos y fuimos incapaces de hacer valer el esfuerzo, la dedicación y el aprendizaje para pelearnos con ¿el mundo real¿.
Como he dicho antes, suponer todo eso y criticar el ejercicio y la práctica de la memoria es, sencillamente, ignorar aspectos básicos de la cognición humana. Porque, entre otros múltiples motivos, memorizar no solo sirve para reproducir lo memorizado, sino para facilitar y mejorar el rendimiento mental en general. Una persona acostumbrada a memorizar tiene más facilidad para retener información, para discriminar lo importante de lo menos importante, para hacer esquemas mentales y categorizar la realidad.
En definitiva, criticar el ejercicio de la memorización y pretender minimizarlo o erradicarlo de las escuelas y centros de enseñanza es un atentado imperdonable contra de una de las potencialidades principales de aquello que nos hace específicamente humanos: el cerebro y su actividad mental.
Dicho lo cual, lo sensato sería compaginar tareas memorísticas con otras creativas. Pero esto, realmente, es lo que siempre ha hecho todo docente sensato y con un mínimo de vocación.
-Una última cuestión: las competencias se estructuran en: saber, saber hacer y saber ser/estar.
Espera... ¿esto no es lo mismo que ¿conceptos¿, ¿procedimientos¿ y ¿actitudes¿? Debo estar equivocado, porque aquello era viejo y desfasado, y esta es la ¿nueva e innovadora enseñanza¿...
Publicado el día 10/02/18 15:08.
Antonio Gómez Jiménez
Cada vez que he escrito comillas, el procesador ha puesto signos de interrogación.
Ruego mil disculpas... (y me ha molestado muchísimo).
Publicado el día 10/02/18 15:10 en respuesta a Antonio Gómez Jiménez.
Magdalena González Pérez
Una cosa es lo que dice la normativa, y otra cosa es cómo se lleva a cabo en el aula. Comparto la opinión de Fernando Trujillo. Las competencias en educación han fracasado porque la administración no ha tenido en cuenta la puesta en marcha de las mismas en el aula. No han sido bien entendidas por el profesorado que necesitaría formación para aprender cómo integrarlas en la práctica diaria, y además suponen un esfuerzo para aquellos que se animan a adaptarse.
Pienso que programar por competencias es todavía un reto para nuestro sistema educativo y requiere que poco a poco haya un cambio profundo de enfoque. Es necesario que se produzca una nueva filosofía de la educación, una nueva forma de trabajo y metodología, donde el alumnado se convierta en el protagonista de su propio aprendizaje. La atención se centraría entonces en el alumno, en lo que debe saber y saber hacer y no en la transmisión de conocimientos. Es decir, además de tener conocimientos, el alumnado debe ser capaz de buscar soluciones a las situaciones y problemas cotidianos del día a día. Y es el profesorado el que debe elaborar tareas que vayan encaminadas a que el alumnado adquiera las distintas competencias.
Publicado el día 15/02/18 1:02.
Irene Tirado Ortega
Estoy totalmente de acuerdo con los comentarios de mis compañeros y me parece muy interesante el artículo de Fernando Trujillo.
Es cierto que las competencias se han trabajado siempre, aunque no todas ni de la misma manera en cada materia. Por eso resulta muy útil un grupo de este tipo.
Espero que nos sirva y podamos llevarlo todo a la práctica en nuestro centro, en beneficio de nuestros alumnos.
Publicado el día 18/02/18 12:00.
Rafael González Márquez
Suscribo la aportación que ha hecho Mª Ángeles. Me ha parecido bastante interesante esa lectura.

También me gustaría destacar en la primera lectura la parte de "aprender a ser" donde se comenta el caracter holístico que debe desarrollar la educación en la persona. Creo que es uno de los grandes pilares y fundamentos en el que se debe apoyar la educación. Especialmente cuando trabajamos por competencias claves.
Publicado el día 7/05/18 10:51.
Carmen María Bautista Aguilar
Creo que hay cierta unanimidad sobre que el mayor problema de trabajar por competencias es el desconocimiento, la falta de integración del profesorado en todo el proceso de diseño y desarrollo de esta nueva experiencia y ,por supuesto, la imposición de la misma. En este sentido coincido con el artículo de Trujillo también. Será necesaria una formación adecuada y más tiempo para implicar al profesorado en este proyecto y desde luego que se haga de forma ilusionante, no impositiva.
Publicado el día 15/05/18 14:12 en respuesta a Moisés Rodríguez Ríos.

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