Estoy plenamente de acuerdo con la reflexión. Creo que nuestras palabras pueden edificar pero también destruir si no se usan con el corazón adecuado. Y, precisamente, yo no siempre controlo la forma en que hablo, lo que me hace considerar seriamente el efecto que algunas de mis palabras puede tener en las vidas de los chicos y, en ocasiones, de otros adultos. Es imprescindible aprender a callar antes de herir o decir algo que no sea de impacto. Hace unos años leí algo que alguien escribió y que creo que lo resume: haz que tus palabras fortalezcan las almas.