Conocer qué hacemos y lo que dejamos de hacer, cómo estamos y a dónde queremos llegar, pienso que son puntos de arranque prioritarios en el camino de la reflexión para que nuestros alumnos y alumnas tomen conciencia del mundo próximo a ellos, de su situación, de los problemas que les afectan directamente y que, en un tiempo breve, han de gestionar y resolver.
Con las actividades llevadas a cabo dentro de la educación ambiental (que supone la inmersión del centro en "Ecoescuelas") y su interrelación con el currículum hacen que éste tome más sentido, tenga una cercanía hacia ellos, dé más sentido a sus propuestas y les haga partícipes de posibles soluciones. Pudiendo, éstas, estar al alcance del propio alumnado.
En consecuencia, tomar conciencia del abuso en el uso de los plásticos, del exceso de comida elaborada sobre los productos frescos o artesanales, la posibilidad de otros usos de muchos materiales (permitiendo una reutilización), el cambio en el sentido productivo (mayor durabilidad en el tiempo de lo fabricado con la disminución de la cultura de "consumir por consumir"),... va a permitir en el alumnado la adopción de actitudes y hábitos que les permitan mantener y, en su caso, mejorar las condiciones medioambientales.