Formación en centros
Diferentes motivos justifican abordar y trabajar la dimensión emocional en los centros educativos y en todas las etapas, y más si cabe en la educación obligatoria. Una de las más destacadas seria el efecto preventivo, que se podría abordar desde el sistema educativo, ya que en nuestra sociedad actual crecen de forma vertiginosa, los casos que tienen relación con la falta de control de las emociones y con la falta de respeto, tolerancia y empatía hacia la diversidad, ya sea violencia doméstica, racismo, homofobia, sexismo y que los medios de comunicación a diario nos muestran señales de ello. Desde el punto de vista del sistema tradicional, las matemáticas, las ciencias sociales o el lenguaje se han convertido en los principales ejes de un desarrollo cognitivo del alumnado, con un olvido casi generalizado del desarrollo emocional. Sin embargo cada vez se tiene más claro y las evidencias científicas así lo demuestran, en que la educación debe orientarse al pleno desarrollo de la personalidad del alumnado. Lo que implica que el desarrollo cognitivo debe ir de la mano del desarrollo emocional. Lo beneficios de la inteligencia emocional en los niños/as y adolescentes son múltiples, entre ellos podemos destacar: la mejora de la conducta, la creación de una autoestima sana, que hace a los niños/as y adolescentes más responsables, seguros y autónomos, ayuda en el bienestar personal y ayuda a desarrollar las habilidades sociales básicas para cualquier tipo de relación. El Informe Delors (UNESCO 1996) reconoce que la educación emocional es un complemento indispensable en el desarrollo cognitivo y una herramienta fundamental de prevención, ya que muchos problemas tienen su origen en el ámbito emocional. La educación emocional tiene como objetivo ayudar a las personas a descubrir, conocer y regular sus emociones e incorporarlas como competencias, de forma que podamos afrontar los retos profesionales con una mayor posibilidad de éxito, y desarrollar plenamente nuestra per.