El grupo de trabajo llega a su fin y con él esta etapa de formación de las que formamos parte. El camino ha sido atractivo desde el punto de vista de nuestra formación y enriquecedor desde el punto de vista emocional.
Durante su aplicación e implantación en el aula han sido muchas las dudas surgidas, desde nuestra propia formación, la capacidad de comunicación que tendríamos o la aceptación por parte del alumnado, ya que, algunos conceptos, quedan abstractos para su nivel de compresión.
Con este proceso, hemos aprendido mucho de nosotros mismos y del propio alumnado, como por ejemplo: sus preocupaciones, miedos o expectativas.
Hemos realizado un esfuerzo considerable desde nuestro centro para poder llegar a la mayor cantidad de alumnado posible y poner de este modo, nuestro granito de arena, en una materia o especialidad poco trabajada en los centros educativos.
Es cierto, que la llegada de la pandemia y la paralización presencial de la enseñanza, ha supuesto un serio revés para poder poner la guinda al proyecto y poder, así de este modo, terminar la implantación en todos los niveles, pero debemos valorar los aspectos positivos y hacer las interpretaciones sobre ello, que favorezcan nuestra ventana al futuro. Hemos podido abrir una nueva puerta de asimilación y control de las emociones, tanto para alumnado como para profesorado, de ahí, que la valoración general del proceso sea mayúsculamente positiva.
El año que viene, empezarán a recogerse los frutos del trabajo realizado y se continuará en esta línea de trabajo, ya que, desde todos los niveles del centro, se considera primordial para poder afrontar una educación propia del siglo XXI.