Profesionalmente, no es labor de unos meses la implantación en la enseñanza; es una ardua tarea, un proyecto que debe desarrollarse con calma, sin prisas, pero de manera constante para que el resultado no sea superficial, sino que cale hondo, no en el niño-alumno sino en el niño-persona. Y que de este modo, se pueda transformar, evolucionar y , en definitiva, mejorar en todos los niveles de su vida. La asunción de la inteligencia emocional no debe ser sólo fachada, debe ser un modo de vida. Necesitamos meses de trabajo y rutinas. La situación que vivimos no nos ha favorecido en absoluto.
Personalmente, agradezco profundamente todo lo aprendido sobre inteligencia emocional hasta este momento. He aprendido a ver el mundo de una manera diferente. Espero poder transmitirlo así a mi alumnado.