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Desde el primer curso de enseñanza elemental de música el alumnado debe de tener la oportunidad de explorar libremente el mundo de los sonidos y de expresar espontáneamente sus ideas musicales. La improvisación musical está determinada por tres parámetros que la definen: • Materiales de la improvisación (“con que se juega”). • Objetivos de la improvisación (“Para que se juega”. • Técnicas de la improvisación (“Como se juega”).

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La Pedagogía de Creación Musical (PCM)

La música debería estar presente en el ámbito educativo desde las primeras edades, ya que aporta innumerables beneficios a los niños tales como el desarrollo de la creatividad, el fomento de la percepción auditiva, una mayor facilidad para expresarse a través de ella, como una fuente ilimitada para la imaginación, el juego, entre otros. En todo momento, la música ha de trabajarse teniendo en cuenta la edad de los niños, porque en cada etapa se trabajan capacidades, competencias y contenidos de diferentes maneras. La Pedagogía de Creación Musical (PCM) no se encuentra suficientemente extendida, a pesar de que su propuesta responde al marco legislativo que fomenta el desarrollo de la personalidad, la creatividad, da importancia al juego e incrementa la sensibilidad hacia la música en las etapas de la educación.

La Pedagogie musicale d¿éveil, traducida en nuestro contexto y conocida por las siglas PCM, fue una corriente pedagógico-musical impulsada en Francia en los años 70. Para su desarrollo tuvo un lugar fundamental el Grupo de Investigación Musical (GRM) Groupe Recherches Musicales fundado por Pierre Schaeffer, compositor de música concreta.

En este equipo ocupó un papel relevante François Delalande, el cual con la ayuda de Claire Renard y otros investigadores, compositores y docentes, emprendieron el camino relacionado con la experimentación sonora. En ese contexto sobresale la figura de Monique Frapat, una maestra de Educación Infantil que, tras realizar la visita a una lavandería con su clase de niños de 5 años, descubrió que representaban toda aquella experiencia tras su regreso al aula de una manera creativa. A partir de ese momento se puso en contacto con el GRM lo cual dio inicio a un proceso consciente de observación, registro audiovisual y valoraciones teóricas que contribuyeron al planteamiento pedagógico de la PCM.

Como definió el Consejo de los Centros de Formación de Músicos que Intervienen en la Escuela (CFMI) Conseil du les Centres de Formation de Musiciens Intervenant, se debe destacar el alcance que tiene esta pedagogía situando al niño en el centro de atención, donde el profesorado debe ¿estimular su expresión, su imaginación, su creatividad (...), respetar su ritmo de adquisición en la construcción de los aprendizajes, aun cuando las prácticas fueran, a menudo, colectivas. También establecieron aguzar su curiosidad y su sentido crítico, a fin de que distinga lo mejor de los menos bueno en cada estilo.

Esta pedagogía permitió a la sociedad adentrarse en la música actual, la cual introdujo cualquier material sonoro para poder ser explorado y utilizado mediante la creatividad y la improvisación. Con la PCM se pretendió invitar al alumnado hacia una exploración de la creación sonora, poniendo a su alcance útiles necesarios para fomentar la imaginación musical. El maestro se concibió como incitador y observador (Cárdenas, 2003). También desempeñó un papel esencial el GRM para su progreso y gracias a las diferentes emisiones a través de los programas de la radio en Francia, pudo favorecer la experimentación y la difusión de nuevas formas pedagógicas enfocadas a los niños de infantil (Cárdenas, 2003). Este grupo surgió para estudiar y mantener vivos todos los tipos de música que existen.

La pedagogía musical a la que nos referimos se propone conducir al niño del descubrimiento y la exploración de fuentes sonoras a la invención y a la creación. En el transcurso de este camino, él aprenderá a construir una secuencia con los sonidos, a expresarse a través de ellos, a escuchar, a ejercitarse en hacer y en oír. (Delalande, 2013).

La PCM vinculó a sus objetivos la teoría de juego de Piaget, donde se toman en cuenta tres fases relacionadas con la dimensión psicoevolutiva de los niños: el juego senso motriz, el juego simbólico y el juego de regla. Como explicó Delalande (1995):

(...) Según Piaget, el juego sensorio-motor predominaría antes de los dos años, luego se desarrolla el juego simbólico, más o menos a la edad del jardín de infantes y, posteriormente, una vez que los niños están un poco más socializados, es decir quizás en el último año de jardín de infantes, pero un más en la escuela primaria, el juego toma sobre todo un aspecto de juego de regla. Vemos bien pues que vamos a encontrar en los niños un terreno absolutamente favorable para desarrollar sucesivamente los diferentes aspectos de la practica musical. Con los más pequeños, centraremos la actividad más bien en el sonido y el gesto; con los niños de jardín de infantes desarrollaremos el carácter simbólico y luego, con los mayores, la ejecución, el juego musical se dará reglas.

 

 

 

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