MEMORIA FINAL GRUPO DE TRABAJO EN CENTRO KERAMIKOS
ENRIQUE SANTOS
Varias son las cosas que me animan a valorar mi experiencia final en este grupo de trabajo como bastante positiva. Las detallo
-primero, el buen ambiente habido en el grupo de profesor@s implicados
-segundo: he podido apreciar avances y fracasos en éste mi reto personal por fomentar-practicar unas habilidades manipulativas de tradición deficientes. En el caso concreto de la cerámica, creo haber logrado obras hechas sobre plano cuanto menos ¿dignas¿, si bien todas mis pruebas-intentonas por modelar recipientes (obsesionado con el estilo argárico) reconozco se han saldado con fracaso. Ya lo dice el refrán ¿No se tomó Zamora...¿
-tercero: apreciar de primera mano, a través de los compañeros y de mi propio quehacer, que la paciencia-tranquilidad es una virtud que debe ir asociada a cualquier obra artesana
y cuarto: realizar obras en cerámica -hasta el confinamiento por la pandemia- me ha hecho ver de otra manera el mérito que esconden detrás, pese a ser catalogadas como ¿arte menor¿, pues de ello se puede interpretar que, a priori, es algo relativamente fácil o asequible. Nada más lejos de la realidad. Por eso ya en las salidas con los alumnos o relacionado con temas abordados en las materias de CCSS hago comentarios diversos sobre la cerámica como valioso testimonio de una forma de vida y de una época muy diferentes a la nuestra, y no sólo en base a su sentido artístico, sino por todo su componente práctico, siendo su forma y tamaño (hablo en este caso de la cerámica como mero recipiente, desde un botijo a un ánfora) resultado del saber popular, y no mero capricho. Igualmente hago hincapié en que detrás hay todo un trabajo de diseño -a veces simplemente pragmático, otras conjugando utilidad y estética de modo armonioso y elegante-, y que el mismo conlleva mucha creatividad, paciencia y laboriosidad.