En esta parada forzosa, hago autoevaluación de las actuaciones en el aula relacionadas con la gestión emocional en la misma.
En dos de mis grupos, utilizando los materiales y conocimientos adquiridos en el curso impartido en el CEP, hemos trabajado mindfulness en todas y cada una de las clases durante los primeros 10-15 minutos en los tres primeros meses del año. Hecho que ha motivado una situación de mayor calma y concentración durante la clase, sobretodo cuando iniciamos estas dinámicas. Conforme hemos ido evolucionando los alumnos mayores han ido descolgándose de las actuaciones, al contrario que el otro grupo (más joven y menos numeroso).
El grupo menos numeroso ha pedido en muchas ocasiones comenzar con esta practica al llegar a clase, y cada vez solicitan más tener nuestra propia rutina sin seguir exactamente los materiales.
Los alumnos mayores buscan una utilidad y efectos más inmediatos, y excepto actuaciones más puntuales no se han implicado ni siquiera en las actuaciones asociadas a dinámicas activas de grupo.
En mi análisis observo que es importante que los alumnos y profesores, una vez que conocen lo que es mindfulness, voluntariamente quieran implicarse, evitando de todas las formas posibles forzar el aprendizaje y las rutinas.
Por otro lado, una vez implicados es necesario crear rutinas propias que se adapten al grupo, usando los materiales ya creados de manera orientativa.
La mayor dificultad está en incorporar las rutinas a la asignatura que estás enseñando de una manera integrada sin que se convierta en una parte diferenciada de la asignatura ni se perjudique el desarrollo del curricular de la misma. En este sentido, me siento muy limitada porque mi conocimiento sobre mindfulness es muy reciente y básico.
Por último, reseñar que la gestión emocional del aula mejora con una rutina que ya conocemos y usamos todos: La comunicación directa persona a persona.