Los efectos producidos en las aulas de infantil, (yo generalizo, porque mi docencia es refuerzo en infantil, aunque donde pase más horas sea en la clase de tres años) son buenos y se puede apreciar menos conflictos entre el alumnado. En mi labor docente al realizar menos arbitraje y más mediación, he podido apreciar como el alumnado, aunque es muy pequeño, tiende a resolver el conflicto producido, pidiendo perdón, dándose un abrazo o un beso¿, sin necesidad de que lo imponga yo como docente. Esto es un proceso lento que necesita mucho tiempo para convertirlo en un hábito, pero sí decir que ya lo hemos comenzado.
El destacar siempre lo positivo de cada alumno ha hecho que el alumnado esté más motivado, se encuentre más feliz, que trabaje un poquito más, que valore a sus compañeros, e incluso puedo afirmar que se han reducido el número de conflictos en las aulas de infantil.
Habíamos empezado a trabajar para resolver conflictos la fórmula: Cómo me siento¿Cuando tú¿Porque¿Y me gustaría¿ Pero al suspenderse las clases presenciales por el COVID-19 no hemos podido continuar con ello, por lo que no podemos hacer una valoración final como habíamos pensado.
Me gustaría destacar como aspecto susceptible de mejora, la necesidad que veo que tenemos como profesorado, de recibir más ponencias. Éstas, con casos prácticos y formas de actuar ante ellos, como la que recibimos de Ana Quijada, la cual, aunque fue larga nos supo a poco. Ponencias de expertos o simplemente de compañeros que realizan buenas prácticas en el tema de convivencia. En las que se nos pudiera hablar de casos reales, de metodología para trabajarlos, actuaciones que realizar, recursos de que disponer¿ De manera que nos ayudara a tener una mejor preparación, para enseñar a nuestro alumnado, a aprender a convivir de una forma más autónoma.
El compromiso individual de cada uno de los participantes de esta formación de centros ha sido total, desde el primer momento en el que proponemos este tipo de formación. Pues nos comprometemos a hacerla casi la totalidad del claustro. Todo el profesorado era consciente de la necesidad de esta formación, por el aumento del número de conductas contrarias a la convivencia en el curso pasado. Pensamos en lo importante que es tener una convivencia positiva, para el desarrollo de un buen proceso de enseñanza-aprendizaje en nuestro alumnado.
Con esta formación y la que tendrá que venir después, esperamos sentar las bases para que nuestro alumnado aprenda a gestionar sus emociones y a mejorar la convivencia en su aula.