Todos los maestros deseamos que en nuestras aulas exista un buen clima que favorezca el aprendizaje, un orden y una disciplina que permitan el desarrollo de las clases sin interrupciones. Aprender a convivir conllevaba aprender  valores básicos de convivencia: respeto, diálogo, responsabilidad, cooperación.. . Sin embargo en mi caso me he encontrado con un grupo que trae de casa un bagaje distinto: ¿con este no me quiero sentar¿, ¿¿!este porqué me tiene que hablar?!¿, ¿a este no le presto nada y los demás tampoco¿, ¿con ese no juegues, ni yo tampoco¿, ¿las cosas se hacen como yo digo¿, ¿!ya está la maestra mandando tareas, solo quiero jugar con mis amigos!¿¿

Así que antes del confinamiento habíamos empezado a utilizar a primera hora cuando hacíamos  el registro de asistencia frases como " hoy echamos de menos a..." para afianzar la relación grupal. Pero al suspenderse las clases presenciales por el COVID-19 no hemos podido continuar con ello, por lo que no podemos hacer una valoración final como habíamos pensado. Si que se ha evidenciado que los alumnos han tirado muros y han empezado a conocer y hablar con compañeros con los que en un principio no deseaban ningún tipo de relación.

Una de las mayores evidencias en la mejora de la convivencia en grupo tanto en el aula como fuera de ella ha sido que ya no me buscan para ayudarles a resolver sus conflictos como primera opción sino que intentan dialogar, algunos compañeros incluso se ofrecen como intermediarios.

Comparten más, hemos centralizado el material de plástica y lo compartimos y aprovechamos mucho más que antes. También muestran sus trabajos unos a otros para mejorar a partir de lo que ha hecho otro compañero y no rivalizar o intentar copiar o no dejarse copiar. Se han mejorado los hábitos de reciclaje. Conocen mejor sus propias emociones y como gestionarlas. Así como entender las emociones de los compañeros en un determinado momento.

Como comenté al principio el confinamiento ha supuesto una dificultad para la continuidad de las medidas puestas en práctica, así que he tenido que reinventarme. Lo primero ha sido formar parte del whatsup de la clase e invitar a las familias a que compartiesen que actividades realizaban con sus hijos durante el confinamiento como medida para compartir y conocerse mejor. También hemos realizado retos durante los fines de semana que han compartido entre todos como por ejemplo:¿ dime algo que no existiese y te gustaría inventar¿. También y dentro de los recursos que teníamos para afianzar vínculos, hemos compartido imágenes de todos y las hemos editado.

En cuanto a los posibles aspectos a mejorar en lo que se refiere a la formación, declinarme porque las sesiones sean más dinámicas, menos teoricas y más prácticas.

El compromiso individual de cada uno de los participantes de esta formación de centros ha sido total, constantes, ilusionados en mejorar la convivencia en el centro. Prueba de ello ha sido el compromiso de casi la totalidad del claustro para realizar dicha formación.  Las conversaciones compartiendo nuestras experiencias al respecto del curso y su puesta en práctica.