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Con este Grupo de Trabajo pretendemos adquirir estrategias para educar en la inteligencia Emocional a nuestro alumnado y que sirva igualmente al propio profesorado que participa en ella.

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Empatía: RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS

La resolución de problemas propios y con otras personas a través de la empatía

La habilidad para solucionar problemas de forma independiente puede ser una fuente de refuerzo y de autoestima positiva, y facilita la competencia social, la autoeficacia y el autoconcepto positivo. Las personas con déficit en estas habilidades no dan respuestas adecuadas a situaciones concretas, debido a que no han aprendido estrategias generales de afrontamiento, con lo cual fracasan reiteradamente en la consecución de sus objetivos percibéndose a sí mismas de forma negativa.

 

Antes de iniciar el proceso de solución, se puede incluir una etapa previa de preparación cognitiva para resolver el problema. Consiste en inhibir la tendencia a responder impulsivamente o de un modo pasivo (intentado evitarlo). Además, hay que buscar el momento más adecuado (evitando ocuparse del problema en momentos de desánimo o cansancio).

 

1. Definir el problema de manera operativa.

El problema se define en función de los objetivos que se pretenden conseguir, evitandoconceptos abstractos.

Si la situación problemática generara más de un problema, sería necesario separarlos y resolverlos uno a uno.

 

2. Recoger el máximo de información sobre el problema.

En este paso se trata de determinar, con la mayor exactitud posible, cuales son los componentes del problema, tanto de la situación como de la respuesta habitual a esa situación. Esta mayor precisión permite describir los detalles que de otra manera pasarían desapercibidos. Para ello, es útil responder a estas preguntas:

1. Para determinar los componentes de la situación problemática:

¿Dónde sucede? ¿Cuántas veces sucede? ¿Cuándo sucede? ¿Qué personas están implicadas? ¿Qué es lo que hacen o dejan de hacer estas personas, qué me molesta? ¿Qué sucede exactamente? ¿Por qué sucede?

2. Para determinar los componentes de la respuesta problemática:

¿Qué hago yo exactamente? ¿Qué pienso? ¿Qué siento? ¿En qué lugar se da mi respuesta? ¿Por qué razón actúo así?

 

3. Búsqueda de las posibles soluciones.

En este punto se trata de generar cualquier alternativa de solución sin rechazar ninguna por absurda que parezca. Se ha primar la cantidad sobre la calidad; cuantas más soluciones aparezcan mejor, por muy extrañas que parezcan. Para ello, puede ser útil contestar a la siguiente pregunta: ¿qué puedo hacer para conseguir los objetivos que me he propuesto?

 

4. Evaluación de cada alternativa.

Se han de identificar todas las consecuencias positivas y negativas a corto y largo plazo de cada alternativa. Cada una de ellas se valora por separado, identificando los obstáculos o dificultades que pueden surgir, así como las consecuencias de cada solución. Para clarificar la valoración, resulta útil puntuar cada apartado sobre una escala de 1 a 6 (6: obstáculo sumamente difícil de salvar; 1: obstáculo que no me cuesta nada salvarlo). Para valorar las consecuencias (positivas y negativas) se puede utilizar una escala semejante (6: consecuencia sumamente positiva/ negativa; 1: consecuencia muy poco positiva/negativa). Finalmente, se pueden sumar las puntuaciones de los obstáculos y calcular las diferencias entre las sumas de consecuencias positivas y negativas. El obtener una cifra nos ayudará a valorar de manera más objetiva cada situación.

 

5. Selección de la mejor o mejores soluciones.

Una vez evaluadas todas las alternativas, se decidirá por una o combinación de varias de ellas, comprobando que se tiene los medios adecuados para llevarla a cabo. Una estrategia de decisión muy útil es elegir la solución que presente un mayor equilibrio entre las puntuaciones totales de obstáculo y de consecuencias. También es útil elegir dos soluciones, por si la primera falla por alguna razón imprevista siempre se tendrá una segunda alternativa preparada y planificada a la cual recurrir.

 

6. Elaboración de planes precisos de acción.

Una vez que se ha tomado la decisión, se trata de pasar a la acción y elaborar un plan de actuación, sin volver pensar en las posibles soluciones. Es necesario especificar, por un lado, los factores ambientales o situacionales en los que se va a dar nuestra respuesta y, por otro, los componentes de la misma. Para elaborar los planes de acción, es útil responder a estas preguntas:

1. Para determinar los factores situacionales:

¿Cuál es el lugar más adecuado? ¿Por qué considero que ése es el lugar mas adecuado? ¿Qué otros lugares podrían ser también adecuados? ¿Cuál es el momento más adecuado? ¿Por qué considero que ése el momento más adecuados¿Qué otros momentos podrían ser también adecuados?

2. Para determinar los componentes de la respuesta:

¿Cómo inicio la respuesta? ¿Qué debo decir o hacer exactamente? ¿Cuál es la actitud que debo adoptar?

Estos planes de acción se pueden descomponer en subobjetivos, o pasos para solucionar el problema. En este caso resulta muy útil también marcar plazos temporales para cada subobjetivo.

 

7. Evaluación post-ejecución de la intensidad del problema y puesta en práctica.

En este último punto se trata de analizar los aspectos positivos y negativos de la solución y los resultados del proceso. Si el problema no se ha resuelto, no hay que renunciar a su solución.

Se trata de repetir el proceso sin dejar obtener el aprendizaje positivo de esta experiencia.

 

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