Siempre tuve claro que quería dedicarme a la enseñanza pero mis ambiciones iban más allá y deseaba conseguir un ambiente tranquilo y de confianza con el alumnado, lejos de encorsetamientos y etiquetas ya preconcebidas sobre la figura del profesor y del alumno. Estaba superconvencida de que no se me llamaría Doña Inés, pues eso alejaría a los chavales de mí.
Después de mi experiencia sé que esto es posible con casi todos los grupos y no hay primer día de curso que no empiece con un "siempre estaré disponible para cualquier problema que tengáis si no podéis acudir a un familiar, no dudéis en venír a mi". Este curso me está enseñando a afianzar ese vínculo afectivo necesario para que exista un ambiente positivo para el aprendizaje y también a experimentar en mí misma otras muchas emociones propias de los alumnos.
Tengo que admitir que aunque a veces me he sentido algo avergonzada por nuestras activiades grupales, estoy disfrutando mucho del curso y me está dando que pensar y plantearme nuevas cuestiones, algo que es fundamental para mí.