Es imposible relajarse en este trabajo, cuando los alumnos están tan llenos de energía y con tantas ganas de recibir, aunque no lo digan, ni lo demuestren. Nunca hemos tratado de abandonar un barco o de abandonar a alguien con el que vamos a trabajar 9 meses, tiende a "desaparecer" unos días, y cuando vuelve hay que estar con una actitud presta a ayudarle, a retomar el camino que había dejado perdido, o en el cual aún no esta. Asi que sólo nos queda acogerlo, dadle pequeñas dosis de trabajo-cariño, y enseñarlo otra vez a caminar. No podemos atragantarlo con comidas pesadas o abundantes, pequeñas comidas, que sacien el hambre, lo alimenten, y siempre tenga ganas de más.
Nuestro trabajo es lento, conciso y nutritivo, que alimente, en lugar de dejarlo de un lado, a veces es poco lo que podemos dar, porque no está acostumbrado a una rutina de trabajo, de vida normal, de aprecio y de satisfacción. Nos toca a nosotros darle a cada alumno en la medida que ncesite, que demande, y que pueda digerirlo.
Cuando vuelven , siempre le pregunto qué han hecho, qué hacen en casa, cuáles son sus obligaciones, sus aficciones, y a veces me encuentro con una realidad que no me gusta, no hay que olvidar que son niños, que la sociedad los trata como mayores, y les da cosas de mayores, cuando en su interior son aún muy niños. Su lugar de estar bien es el instituto, donde aprenden, donde se ríen, donde hacen cosas de ellos, así que les gusta volver porque es su lugar de origen.