Aunque los cambios normativos nos suelen despistar y la esencia inestable de los mismos repercute negativamente en nuestra práctica docente, las competencias clave han venido, como suele decirse, para quedarse y debemos adaptar nuestra práctica docente a ellas. Pero más allá de una terminología que puede parecer confusa en su complejidad, la clave está en el cambio metodológico. De nada sirve todo lo que hablemos de competencias clave y todo el material que elaboremos de acuerdo a la nueva normativa si no cambiamos nuestra metodología.
Un ejemplo claro lo tenemos en los "estándares de aprendizaje" -que son una concreción de los criterios de evaluación que nos dan la posibilidad de valorar los resultados del aprendizaje-, que hemos abordado en nuestra última sesión formativa. Aunque estos deben ser observables, medibles y evaluables, con la intención de poder determinar el nivel de logro, creo que el profesorado puede perder sus energías en elaborar una compleja madeja de estándares y de indicadores, perfecta a nivel teórico, pero inaplicable a nivel práctico. En este sentido, creo que los estándares, indicadores y rúbricas deben ser sencillos, claros, precisos y realistas, para que supongan un auténtico beneficio a nuestra práctica docente y no un obstáculo administrativo más contra el que se estrellan esfuerzos baldíos.
Como he dicho antes, creo que la clave del nuevo enfoque está en nuestra forma de organizar y desarrollar las clases. Debemos reducir las clase magistrales -tampoco creo que sea productivo olvidarlas al 100%- y, como hemos desarrollado en la sesión, centrar nuestras clases en el trabajo por tareas ¿pues solo así se consigue que el aprendizaje sea significativo para el alumnado y que este se adapte a las necesidades y cambios de la sociedad actual-. Sin embargo, no creo que deba olvidarse el papel del profesor transmisor de conocimientos. Es obvio que el profesor o profesora debe ser un facilitador, pero la exposición también sirve de ejemplo al alumnado, siempre que se plantee de manera activa y participativa, para mejorar su expresión oral.
Coincido con Agustín en que para una asesoría es fundamental conocer este nuevo enfoque en la enseñanza, con la intención de que permitamos asesorar y acompañar a nuestros centros en su formación continua, clave para la mejora del sistema educativo, y podamos responder a sus demandas y necesidades reales.