Del libro estrategias de Gamificación aplicadas a la Educación y a la Salud, lo que más me ha llamado la atención ha sido la idea de una recompensa intrínseca, ya que en la Formación Profesional, con alumnado tan adulto, cuesta encontrar un premio que los motive. Sin embargo, en mi caso durante las prácticas con el alumnado de farmacia, el hecho de elaborar un producto por sí mismos, que pudieran regalarlo o utilizarlo en su propio cuerpo, ya resultaba una recompensa a la hora de realizar el trabajo, una recompensa intrínseca: gratificación personal y reconocimiento social por el producto que había elaborado por sí solos.

El artículo En Busca de Nuevas Metologías y Herramientas Aplicables a la Educación, nos recuerda la entrañable forma de aprender durante la infancia, y como, lamentablemente, se va perdiendo durante la vida adulta. En mi opinión, este hecho guarda relación con que muchas personas y maestros entienden que todo lo que sea juego no es serio ni fructífero, así prácticamente desde que salimos de prescolar no volvemos a jugar en la escuela, hay un salto gigantesco en primaria donde se entiende que somos "niños mayores" y debemos comportarnos como tal, manteniéndonos sentados, callados y atentos durante cinco horas al día. Esta seriedad en la educación aumenta a medida que ascendemos en nuestra formación, así al llegar a estudios no obligatorios, el alumnado tiene muy interiorizado que no ha venido a jugar ni a divertirse, ha venido a aprender, y tienen la triste y firme creencia de que el aprendizaje es tedioso, arduo y difícil. Por ello nuestro trabajo se ve desfavorecido cuando proponemos juegos al alumnado adulto, en mi caso recibo una negativa de primera hora y algunos se niegan a participar, es tarea de todos los docentes reconquistar el juego en las aulas y conseguir que aprender sea interesante, motivador, entretenido y hasta divertido