Quería aprovechar este recurso que tenemos para plasmar algunas ideas e impresiones acerca de la charla de ayer de D. Julián Sobrino.
Conozco a Julián desde hace varios años, y siempre que lo escucho, descubro nuevas formas de reflexionar e interpretar nuestra historia, nuestro pueblo, nuestra forma de ser, y sobre todo nuestro futuro. Es un auténtico honor tenerlo en nuestro pueblo y de una forma tan incondicional.
Mis reflexiones van por dos vertientes. Una como docente y otra como peñarriblense.
Desde un punto de vista de la docencia, ayer nos dejó muy claro la importancia de esas ruinas como material didáctico. Me resultó muy interesante lo de "hacerle preguntas a esas ruinas". Pueden darnos muchas respuestas sobre temas como la estructura de una sociedad, el papel de la mujer, comparar con otras localidades con idéntica trayectoria. Y por supuesto, cómo hacía una crítica al planteamiento de la asignatura de historia, que siempre utiliza esa línea del tiempo para explicar a sus alumnos. Nos hizo reflexionar, casi desde un punto de vista filisófico, acerca de ese error, ya que el tiempo nos es una línea recta. Es un concepto físico que ya Einstein abordó en su día. La relatividad del tiempo. El tiempo, el espacio, no es algo lineal.
Al mismo tiempo, al enfocar la charla desde una perspectiva más general, hablando de Andalucía, de cómo esta tierra ha desarrollado su industrialización de una forma particular, pero no menos importante que en otras zonas o países, consigue que no caigamos en el ¿ombliguismo¿ (es decir, dejar de mirarnos el ombligo) y por otra parte me libera de ese complejo de culpabilidad como peñarriblense, cada vez que veo las ruinas del cerco.
Ante la pregunta que le realizó nuestro compañero Rubén, por primera vez caí en la cuenta que estamos cayendo en el mismo error de siempre: ¿el problema de Peñarroya solo se resolverá con la llegada de una gran empresa....¿, porque es lo único que hemos visto. Y a Julián lo vemos como eso, esa persona que viene de fuera, al que consideramos mucho mejor que nosotros, y que va a venir aquí a decirnos lo que tenemos que hacer. Y su respuesta fue contundente. Debemos ser nosotros mismos, los que decidamos qué va a ser de nuestro cerco...de nuestro pueblo.
Me tranquilizó mucho su charla de ayer. Tengo la impresión de que vamos por buen camino. Todas las actuaciones que hasta ahora se están realizando no están cayendo en saco roto.
Cuesta. Es mucho trabajo. Pero merece la pena.
Me quedo con su ofrecimiento de acudir de nuevo si lo necesitamos, y su propuesta de trabajar didácticamente el cerco desde nuestros centros, cosa que ya estamos haciendo, por cierto.