LAS EMOCIONES, UN LABERINTO PARA SABER QUÉ ME PASA.
Gracias al impulso que supone compartir con otros compañeros/as el transcurso del grupo (tutoría) en el avance curricular académico, en la cohesión del grupo, en la resolución de conflictos, en el trabajo de la autoestima y confianza en si mismo, poco a poco se va incluyendo, sin el miedo a esa sensación de perder el tiempo :
a.-La alfabetización emocional
b.-La mentalización de la importancia del desarrollo y conocimiento emocional que cada uno debe tener de sí mismo.
c.-Los resultados positivos tanto en el rendimiento escolar como en la mejora de resolución de conflictos.
d.-Trabajar las emociones en clase no es perder el tiempo, sino una inversión educativa que tan sólo a medio plazo ya se ve los resultados.
e.-Conocerse a sí mismo, y a los demás, es la mejor inversión educativa. Es para toda la vida: laboral, familiar, social...
Por ello en mi grupo, al descubrir ciertas situaciones personales, ciertas dificultades, ciertos conflictos, aprovechamos para analizar lo que nos pasa, cómo superar los momentos malos, los desequilibrios personales, las angustias. Comenzando por poner palabras a ese mundo interior que parece insondable.
Trabajar valores como el esfuerzo, la humildad, la superación, la comprensión, la empatía en momentos de clase, del recreo, de los pasillos... Incluso de la vida personal (sin pormenorizar), en el tiempo de clase... Con el tiempo te das cuenta que, a lo mejor, has dejado de hacer 8-10-12 actividades del libro, pero HAS GANADO LA MADUREZ INDIVIDUAL Y GRUPAL DE TUS ALUMNOS/AS.
Merece la pena. La clase como un pequeño laboratorio donde se experimenta el caldo emocional de cada día, donde se aprenden estrategias para su superación, para su equilibrio... Al final, las notas mejoran; la convivencia, también.
Y en este laboratorio que es la clase los niños/as aprenden a confiar en sí mismos, a elevar su autoestima, a ver que lo que uno le pasa, también le sucede a todos, aunque no al mismo tiempo.