Programa para el concierto de mañana, día 6 de Abril, a las 19 h. (Salón de Actos del Conservatorio)

Vista la situación de las instituciones musicales heredadas del siglo XIX, parecía que la única opción que le quedaba a la España musical de principios de siglo XX era la aparición de algún talento individual que lograse deslumbrar. Y este parece ser el caso de nuestro compositor que, sin duda, aprovechó el momento en el que Francia se abrió a otras culturas exóticas de la mano del Impresionismo. Decimos que Francia abrió las puertas a otras culturas exóticas, y España así lo era a ojos franceses. Manuel de Falla tuvo que actuar en una doble vertiente. Por un lado, intentó situarse en la vanguardia musical de la época, aprender todo lo que se hacía en Europa y que en España era imposible aprender. Y por otro, defenderse de esa visión ¿folklórica¿ de lo español que se imponía en Francia, y en el mundo. En definitiva, hacer todo lo posible para crear unas obras que reflejen el espíritu español, pero, y a la vez, que mantengan ese carácter universal. En palabras del propio Falla:

La música novísima es pura y simplemente la renovación de aquella otra

por tantos siglos olvidada; pero renovación, resurrección de tal modo

realizada, que al revivir aquel cuerpo que creíamos muerto, aparece

adornado por toda la riqueza que el artificio ha acumulado durante

tantos siglos, como si, obedeciendo a una mística aspiración, hubiese ido

tejiendo una túnica preciosa con que revestir al cuerpo desnudo que

había de resurgir radiante para nunca más morir.

Diría Nietzsche:

También ahora continúa habiendo en Francia una compresión

anticipada y un adelantarse hacia aquellos hombres más raros, y raras

veces satisfechos, que son demasiado abarcadores como para encontrar

su satisfacción en una patriotería cualquiera y que saben amor en el

norte el sur, en el sur el norte, -hacia los mediterráneos natos, hacia los

<<buenos europeos>>, buscando belleza y seducción nuevas en el sur de la música.

               El amor de Lorca por la música popular se vería compensado por su contacto con Manuel de Falla. Ambos viajarían juntos por los pueblos de Andalucía en busca de canciones del folclore genuinamente tradicionales, en busca del duende:

[...] es, en suma, el espíritu de la Tierra, el mismo duende que abrasó el

corazón de Nietzsche, que lo buscaba en sus formas exteriores sobre el puente

de Rialto o en la música de Bizet, sin encontrarlo y sin saber que el duende

que él perseguía había saltado de los misterios griegos a las bailarinas de Cádiz o al dionisíaco grito degollado de la siguiriya.

PROGRAMA:

HOMENAJE A FALLA¿¿¿¿¿¿¿¿¿ Béla Kovács.

Zoraida Béjar Palma.

EL AMOR BRUJO (Dos piezas)¿¿¿¿ Manuel de Falla.

Claudia Romera Ruíz.

Luís Fernando Santiago Sánchez.

SERENATA ANDALUZA¿¿¿¿¿¿¿ Manuel de Falla.

DANZA DE LA VIDA BREVE¿¿¿¿¿ Manuel de Falla.

Josefina Morales Cordovilla.

Pelayo Sánchez Jiménez.

Jesús Irizo Campos.

Juan Antonio Ballesteros García.

Luís Fernando Santiago Sánchez.

Carlos Almero Sancho.

NANA DE SEVILLA¿¿¿¿¿¿¿¿¿.. F. García Lorca.

Agrupación de 3º (Alberto Vílchez Ibáñez)

ROMANCE DE DON BEYSO¿¿¿¿¿ F. García Lorca.

Agrupación de 4º (Pelayo Sánchez Jiménez)

¡VIVA SEVILLA!¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ F. García Lorca.

Rosa María Godino Ruíz a la voz.

Ensemble de saxofones (Fede Coca García)

Palmas y huevos (Zoraida, Claudia, Josefina y David López)

Cajón flamenco (Héctor Blanco Santamaría)

Piano (Genoveva Mena Valverde)

Pelayo Sánchez Jiménez a la dirección.