Formación en centros

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Formación a lo largo del curso dirigida, en principio, al profesorado, con la posibilidad de ampliarla, el próximo curso, al resto de la comunidad educativa. Pretendemos formarnos en Inteligencia Emocional, como estrategia de innovación educativa, que nos ayude en la práctica diaria a atender las necesidades sociales y de relación de nuestro alumnado, que no se tratan directamente a través del desarrollo que realizamos de las materias ordinarias.

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Los problemas vividos en la infancia, dejan heridas emocionales

Compañeros, os dejo una lectura interesante.

Los problemas vividos en la infancia dejan heridas emocionales que vaticinan cómo será nuestra calidad de vida cuando seamos adultos. Además, estos pueden influir significativamente en como nuestros niños de hoy actuarán mañana y en como nosotros, por otro lado, afrontaremos las adversidades.

Así, de alguna forma, a partir de estas 5 heridas emocionales o experiencias dolorosas de la infancia, conformaremos una parte de nuestra personalidad. Veamos a continuación cuáles son nuestras heridas definidas por Lisa Bourbeau¿.

1- El miedo al abandono

La soledad es el peor enemigo de quien vivió el abandono en su infancia. Habrá una constante vigilancia hacia esta carencia, lo que ocasionará que quien la haya padecido abandone a sus parejas y a sus proyectos de forma temprana, por temor a ser ella la abandonada. Sería algo así como: te dejo antes de que tú me dejes a mí, nadie me apoya, no estoy dispuesto a soportar esto, si te vas, no vuelvas...

Las personas que han tenido las heridas emocionales del abandono en la infancia, tendrán que trabajar su miedo a la soledad, su temor a ser rechazadas y las barreras invisibles al contacto físico.

La herida causada por el abandono no es fácil de curar. Así, tú mismo serás consciente de que ha comenzado a cicatrizar cuando el temor a los momentos de soledad desaparezca y en ellos empiece a fluir un diálogo interior positivo y esperanzador.

 

           2- El miedo al rechazo

El miedo al rechazo es una de las heridas emocionales más profundas, pues implica el rechazo de nuestro interior. Con interior nos referimos a nuestras vivencias, a nuestros pensamientos y a nuestros sentimientos.

En su aparición pueden influir múltiples factores, tales como el rechazo de los progenitores, de la familia o de los iguales. Genera pensamientos de rechazo, de no ser deseado y de descalificación hacia uno mismo.

La persona que padece de miedo al rechazo no se siente merecedora de afecto ni de comprensión y se aísla en su vacío interior. Es probable que, si hemos sufrido esto en nuestra infancia, seamos personas huidizas. Por lo que debemos de trabajar nuestros temores, nuestros miedos internos y esas situaciones que nos generan pánico.

Si es tu caso, ocúpate de tu lugar, de arriesgar y de tomar decisiones por ti mismo. Cada vez te molestará menos que la gente se aleje y no te tomarás como algo personal que se olviden de ti en algún momento.

3- La humillación

Esta herida se genera cuando en su momento sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican. Podemos generar estos problemas en nuestros niños diciéndoles que son torpes, malos o unos pesados, así como aireando sus problemas ante los demás; esto destruye la autoestima infantil.

Las heridas emocionales de la humillación generan con frecuencia una personalidad dependiente. Además, podemos haber aprendido a ser ¿tiranos¿ y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector.

Haber sufrido este tipo de experiencias requiere que trabajemos nuestra independencia, nuestra libertad, la comprensión de nuestras necesidades y temores, así como nuestras prioridades.

           4- La traición o el miedo a confiar

Surge cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus padres principalmente, no cumpliendo sus promesas. Esto genera una desconfianza que se puede transformar en envidia y otros sentimientos negativos, por no sentirse merecedor de lo prometido y de lo que otros tienen.

Haber padecido una traición en la infancia construye personas controladoras y que quieren tenerlo todo atado y reatado. Si has padecido estos problemas en la infancia, es probable que sientas la necesidad de ejercer cierto control sobre los demás, lo que frecuentemente se justifica con un carácter fuerte.

Estas personas suelen confirmar sus errores por su forma de actuar. Sanar las heridas emocionales de la traición requiere trabajar la paciencia, la tolerancia y el saber vivir, así como aprender a estar solo y a delegar responsabilidades.

5- La injusticia

La injusticia como herida emocional se origina en un entorno en el que los cuidadores principales son fríos y autoritarios. En la infancia, una exigencia en demasía y que sobrepase los límites generará sentimientos de ineficacia y de inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta.

Las consecuencias directas de la injusticia en la conducta de quien lo padece será la rigidez, pues estas personas intentan ser muy importantes y adquirir un gran poder. Además, es probable se haya creado un fanatismo por el orden y el perfeccionismo, así como la incapacidad para tomar decisiones con seguridad.

Requiere trabajar la desconfianza y la rigidez mental, generando la mayor flexibilidad posible y permitiéndose confiar en los demás.

Ahora que ya conocemos las cinco heridas del alma que pueden afectar a nuestro bienestar, a nuestra salud y a nuestra capacidad para desarrollarnos como personas, podemos comenzar a sanarlas.

 

 

Tertulia Pedagógica: "El Aprendizaje Social y Emocional. Las Habilidades para la Vida".

Hemos realizado una tertulia los miembros del proyecto de autoformación en base a la entrevista que Elsa Punset realiza al psicólogo y experto en Educación Emocional René Diekstra. El contenido de dicha entrevista se puede obtener en la siguiente dirección de internet: https://www.youtube.com/watch?v=Vsg48QC1HJ8

 

Durante el fin de semana hemos visualizado y analizado en contenido de la misma, llevando a cabo un trabajo individual de información y estructuración de las ideas más interesantes, así como de valoración y formación de opiniones.

 

Una de las afirmaciones de este autor es la siguiente: "Estamos impidendo que los niños y jóvenes tengan un desarrollo óptimo cuando les privamos del aprendizaje social y emocional", y el contenido de todo lo expuesto yo lo resumiría con esta frase: "un niño que conoce y sabe gestionar sus emociones, no sólo tendrá mejores resultados académicos, sino que estará más preparado para el mundo laboral".

 

Llevar a la práctica en el aula estas ideas, supondrá superar, de forma progresiva, algunos de los errores que encontramos en la escuela actual. A saber, la excesiva jerarquización y compartimentalización de los contenidos a aprender a través de las áreas, y la tecnificación del aprendizaje, como si en el mismo únicamente interviniera una parte de la persona, olvidándonos de aspectos como las vivencias, motivaciones o intereses que dichos aprendizajes conllevan.

 

Es por ello fundamental que el profesorado sepa identificar y gestionar sus propias emociones, para así saber también ayudar al alumnado a identificar y gestionar las suyas.

Ello redundará en que, unos y otros, podamos identificar de forma más clara las metas que queremos conseguir y el camino o los medios necesarios para llegar a ellas, así como las causas o los factores que nos impiden o dificultan hacerlo.

 

Por tanto tener en cuenta la emociones en el proceso educativo, supone volver a plantearnos la metodologia que llevamos a cabo y las actividades y tareas que planteamos, además de los procesos seguidos para la evaluación de los resultados. Al hablar de metodología, no me refiero sólo a la macrometodología, aquella que recogemos en nuestras programaciones, sino a la micrometodología, aquella que ponemos en práctica en cada una de las sesiones de trabajo en el aula cada día. Ambas, sin duda, han de estar unidas e interrelacionadas.

 

Para finalizar y como valoración personal, diré que ha resultado una actividad formativa muy interesante, tanto por el trabajo previo realizado de manera individual, como por las aportaciones de los compañeros y compañeras a lo largo de la tertulia y el debate surgido en la misma. Todo ello nos ha llevado a la reflexión y análisis de nuestra labor docente y de las estrategias y tareas que desarrollamos en nuestras aulas.

Miembros Miembros

Foto de Manuel Vicente Jiménez Garrochena

Manuel Vicente Jiménez Garrochena

Foto de Ana Belén Nevado García

Ana Belén Nevado García

Foto de José Tejada Pérez

José Tejada Pérez

Foto de Juan Luis Fructos Maestre

Juan Luis Fructos Maestre

Foto de María Teresa Gallardo Pérez

María Teresa Gallardo Pérez

Foto de Sonia Gallego Martín

Sonia Gallego Martín

Foto de Elisabet Izquierdo Moñino

Elisabet Izquierdo Moñino

Foto de Apolonia Martín Abarca

Apolonia Martín Abarca

Foto de Isabel María Oso Rosa

Isabel María Oso Rosa

Foto de Marta Pasión Márquez

Marta Pasión Márquez

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