Mi experiencia en el proyecto ha sido muy satisfactoria. El uso de los textos apropiados me ha servido tanto para trabajar las competencias lingüísticas como valores transversales tales como la solidaridad, el esfuerzo y la empatía. Trabajar de cerca con temas que tocan aspectos polémicos para el alumnado ha hecho que vea que hay que seleccionar adecuadamente los textos para conseguir la máxima atención del alumnado y su rendimiento.

En muchas ocasiones hemos hecho ejercicios de respiración, dramatización e incluso descarga de energía. Con esto incluso he aprovechado para explicarles la necesidad de la relajación y el cultivo de la conexión con uno mismo que se ha venido trabajando en diversas culturas como las orientales. Esto ha servido para que el alumno pueda entender que no solo el ruido y el caos deben reinar en sus vidas, sino que la soledad y el silencio son necesarios para el aprendizaje y volver a nuestras raíces.

El programa ha sido muy adecuado para que el alumnado se sienta feliz y tranquilo y con ese clima se ha podido trabajar más fácilmente el campo puramente académico y curricular. En estos tiempos donde el ruido, el desorden, el hablar alto, el ajetreo, etcétera (ya no propios solo del estilo de vida del alumnado sino del siglo XXI) es bueno y necesario cultivar ejercicios que conecten a los alumnos con cierta armonía entre cuerpo y alma. Esto puede hacerse a través de la lectura, la música, la tranquilidad y otros mecanismos que les ayuden a estar interiormente mejor. Obviamente esta mejora se reflejará en el exterior.