Situación de partida

Hace más de dos décadas que Daniel Goleman escribió su libro: Inteligencia emocional. También durante los años noventa del siglo pasado se produjo la eclosión de la neurociencia y la psicopedagogía. Tristemente todavía esas ramas del saber no terminan de llegar en las aulas en general, y en las del conservatorio en particular, quizás por su carácter "conservador".  
Por otra parte, los músicos somos personas básicamente emocionales. Las emociones nos afectan personalmente en nuestra forma de sentir, pensar, actuar, al relacionarnos con otras personas y al enseñar. El entorno nos proporciona estímulos ante los cuales reaccionamos con alegría, tristeza, miedo, sorpresa o ira. Estas emociones nos sirven para adaptarnos al ambiente, y su modo de expresión depende de la experiencia y la gestión que hagamos de ellas.  
Recientes enfoques consideran que la emoción es un medio esencial para promover el aprendizaje pues influye en el desarrollo de la afectividad y ayuda a entender el proceso mismo de aprender.  
Este proceso no sólo depende del conocimiento y de la capacidad intelectual, sino también de cómo controlemos nuestras sentimientos en beneficio propio y en el de los demás.  
La música es un vehículo para aprender a comprender y a expresar todo un mundo afectivo. El aprendizaje musical es un marco idóneo para experimentar, reconocer y evocar un abanico de emociones casi inmenso en aras de crecer como personas y como músicos.  
Aprovechando que nuestra disciplina es eminente práctica y absolutamente evocadora de emociones, ¿por qué no hacer un trabajo colectivo de investigación, reflexión y difusión de cómo manejar las emociones en el aprendizaje musical y en concreto en el aprendizaje de instrumentos musicales? No sólo en el escenario sino también en el aula, que junto con el hogar, forman el triángulo geográfico donde el músico desarrolla su labor en el tiempo.  
Hasta ahora en este Conservatorio no se tiene constancia de un trabajo específicamente enfocado de esta manera, por lo que resulta interesante al profesorado trazar una línea de investigación pedagógica en torno al aprendizaje instrumental emocional y el desarrollo de unas competencias emocionales tanto en el escenario como en el aula.

Objetivos

1. Familiarizarnos con el marco conceptual de las emociones. Concepto de emoción. Reconocimiento. Tipos. Expresión. Relevancia de las emociones en la educación y en la vida diaria. Las emociones en la investigación científica.  
2. Crear un espacio de reflexión compartida en la que indaguemos de qué manera podemos inducir, gestionar y manejar las emociones en situaciones de enseñanza/aprendizaje. 
3. Tomar conciencia de las propias emociones y las del alumnado.  
4. Investigar de qué manera las emociones afectan positiva/negativamente al aprendizaje.  
5. Crear una comunidad de aprendizaje en torno a las emociones y el aprendizaje musical. 
6. Conjugar el manejo de las emociones con el aprendizaje instrumental y la mejora en la calidad de la interpretación. 
7. Provocar el trabajo colaborativo y el compartir experiencias docentes mediante el diálogo. 
8. Dotar al alumnado de competencia en la gestión de las emociones como parte de una formación integral.
9. Investigar y reflexionar en torno al concepto de inteligencia emocional. 
10. Tomar conciencia de la importancia de trabajar las capacidades afectivas así como la inteligencia emocional del alumnado del conservatorio. 
11. Buscar aplicaciones en el aula de la inteligencia emocional. 
12. Adquirir competencias emocionales para que se puedan ejercer en la enseñanza instrumental. 
13. Realizar un análisis del contexto para identificar necesidades emocionales que deberían ser atendidas en un programa de educación emocional.  
14. Intentar poner en práctica un programa de desarrollo y aplicación de la inteligencia emocional a través de la música en el Conservatorio de Cádiz 
15. Difundir las conclusiones en algún medio de divulgación didáctica como la Revista Mina, si se considera oportuno.

Metodología y trabajo colaborativo.

Repercusión en el aula

La reflexión es el medio que tenemos los docentes para analizar con perspectiva los factores con los que logramos éxito o fracaso educativo. Si somos capaces de pensar sobre nuestro comportamiento, seremos capaces de comprender qué acciones nos llevan a mejorar y qué acciones son susceptibles de ser cambiadas. 
El hecho de orientar nuestra atención hacia la adquisición de competencias emocionales nos hará ver el hecho docente desde otro punto de vista, introduciendo novedades de trato e interacción con el alumnado así como novedades de enfoque metodológico, que sin duda van a tener una repercusión directa en el aula y en los resultados.  
El manejo de herramientas como el autoconocimiento, la empatía, las habilidades sociales, la gestión emocional en el aula, nos harán ser docentes más competentes.  
Manejar esas competencias e inculcarlas en nuestros educandos hacen que ellos mismos construyan aprendizajes significativos, extrapolables y duraderos en el tiempo.  
Se abre así un campo de experimentación en el aula donde cada profesor, fundamentándose en los materiales trabajados durante el curso, las conclusiones extraídas de los debates y su propio aporte personal, van a redescubrir una nueva pedagogía basada más en las sensaciones que en los contenidos, por supuesto, sin obviar estos últimos.  
Todo ello ha de redundar de manera cualitativa en la mejora de la calidad de la enseñanza y cuantitativamente en las buenas las calificaciones obtenidas por los alumnos/as.

Actuaciones

Recursos y apoyos

Estrategias e indicadores para la valoración del trabajo