El aprendizaje de la convivencia conlleva necesariamente, como cualquier otra acción humana, un contenido emocional que debe formar parte de la competencia del alumno para relacionarse con los demás. Estas relaciones provocan afectos positivos y negativos en cuanto a emociones y estados de ánimo que los alumnos deben aprender a regular. Me refiero a mostrarse empático, a saber identificar sus emociones y sentimientos y los de los demás, aumentar su comprensión emocional y regular reflexivamente las emociones negativas como la ira, el enfado y el miedo y otros estados de ánimo negativos, como el odio o el desprecio, que suelen estar presentes en la conflictividad que se genera en el centro escolar. Este aprendizaje emocional es un reto importante para el profesorado y demanda de la puesta en práctica de una alfabetización emocional que complemente o se integre en los contenidos de la educación para la convivencia escolar.
Teniendo en cuenta todo lo anterior y en ese sentido, se han llevado a cabo en el aula acciones de todo tipo sobre todo por lo que se refiere a comunicación y escucha activa, produciendo unos resultados que están teniendo gran calado entre el alumnado, hecho demostrado por el feed-back recibido tanto por el propio alumnado como por los padres de los niños con los que se trabaja en clase.

Buenas tardes, compañeros.

Resulta complicado plasmar en estas líneas mi percepción de la evolución de nuestro trabajo, ya que no es fácil el camino y los brotes verdes tardan en salir. Afianzar una serie de hábitos y de rutinas que van enfocados en fomentar el desarrollo emocional e integral de nuestros alumnos, resulta complicado cuando el tiempo se reduce a apenas unas horas en el instituto, ya que luego ellos vuelven a su realidad cotidiana y a sus adversidades, de manera que acaban regresando al instituto con su mochila de pesadumbre, de miedo, de necesidades insatisfechas, de necesidad de cariño y afecto... No obstante, cuando encuentran en nosotros una sonrisa, una mensaje de ánimo y de confianza, es maravilloso notar como esos miedos se van despejando y dejan paso a la esperanza.

No podemos entender la educación de otra manera. Nuestra obligación como docentes es focalizar nuestra energía en trabajar no solo los contenidos curriculares y académicos, sino en dotar a nuestros alumnos de herramientas que les permitan afrontar la frustración, el enfado, la incertidumbre..., crecer como personas felices y seguras de sí mismas.

Desde principios de curso, en mi tutoría han sido muy fructíferas diversas dinámicas que han fomentado la cohesión de grupo y que han permitido crear un clima de convivencia en el que hemos generado un espacio para tratar el conflicto como una oportunidad de crecimiento y de fortalecimiento.

Asimismo, en el momento en el que determinados alumnos han tenido determinadas sanciones por sus problemas de autocontrol y de conductas no apropiadas, el trabajo desde la reflexión y la autocrítica, así como la negociación y el compromiso se han convertido en herramientas mucho más fructíferas que un modelo puramente "punitivo". Es más fácil castigar y sancionar una conducta sin más, pero en la mayoría de los casos esa sanción no conlleva mucho aprendizaje, especialmente en aquellos alumnos que cargan a sus espaldas un gran número de expulsiones. No obstante, el diálogo, la reflexión, el conectar con ellos e indagar en la causa del problema, acaba siendo mucho más sanador para ellos y para nosotros mismos.

Finalmente, también es esencial el modo de comunicarnos con ellos, fomentando siempre el diálogo basado en el respeto entre iguales (lo que no significa que ellos se pongan por encima de nosotros, sino que nos hablamos del tú a yo, como personas humanas que nos respetamos por el simple hecho de ser personas).

En definitiva, tal y como se puede apreciar en el hecho de que los alumnos responden de un modo positivo y que los padres agradecen este tipo de acercamiento con el alumnado, a pesar de todas las dificultades y la gran cantidad de energía que se nos va en el día a día, el balance del grupo de trabajo es positivo y solo me gustaría poder seguir uniendo nuestro esfuerzo para que estos brotes verdes sigan floreciendo nuestro centro.

Un saludo,
Teresa