Buenos días, compañeros.
Ayer estuve en unas Jornadas del CEP de Córdoba sobre Educación Emocional y Disciplina Positiva. Fue una actividad muy interesante que me permitió afianzar algunas de las bases de mis reflexiones al respecto y a darme una mayor seguridad a la hora de afrontar este aspecto en el aula y en mi trabajo docente.
En primer lugar, es importante trabajar con el alumnado desde el afecto, desde el amor. No resulta fácil a veces, sobretodo cuando ellos se presentan con un muro y su actitud es negativa y a veces roza lo desafiante y agresivo. Sin embargo, conviene hacerles ver que estamos disponibles para ayudarles y acompañarles en sus procesos. A veces pensamos que lo hacemos (o eso me ocurre a mí), pero también es necesario hacérselo ver. Decirles que nos preocupamos por ellos, que queremos su bienestar, y todo aquello que consideremos que les puede servir.
Pero trabajar desde esta perspectiva no supone ser sobreprotectores o permisivos. Es muy importante poner límites y establecer unas normas claras y precisas que tengan, a su vez, unas consecuencias claras y consecuentes. Es fundamental ser coherentes con ellas y no dejar pasar nada. Pero siempre dejando claro que esas normas están pensadas para su bienestar y su buen funcionamiento académico y personal. Los límites y las normas son fundamentales. Los niños y adolescentes las necesitan porque sino se sienten inseguros y no saben cómo actuar, de manera que a menudo esa falta de normas y límites se traduce en problemas de conducta e intentos de llamar la atención. Establecer límites coherentes, dialogados (e incluso negociados para que ellos sientan que es importante su opinión) y dejar claras las consecuencias en el caso de no cumplirlas se convierte en un elemento esencial para el trabajo de la disciplina positiva. La incoherencia educativa es una de las peores inyecciones para la educación emocional porque no conseguimos trasmitirles seguridad y confianza. Al contrario, los alumnos se sienten desorientados y perdidos y nos necesitan como referentes y modelos.
Otra cuestión importante para trabajar las emociones con ellos, es hablarles desde nuestra humanidad. Tratar de hacerles ver lo mal que nos sentimos cuando no cumple con sus compromisos o cuando rompe alguna de las normas de clase. Hablarles desde el "Yo me siento" y no culpabilizarles en el "Tú has hecho". Este trabajo fomenta la empatía y les hace conectar contigo.
En definitiva, seguir trabajando en la empatía y el diálogo para poder resolver los conflictos y ayudarles a entenderse mejor y conocer cómo funcionan sus emociones y, por ende, cómo puede gestionarlas.
Un saludo,
Teresa