Hola, buenas tardes. Hemos llegado al final del ambicioso proyecto que nos planteábamos al inicio de este curso. Desde mi punto de vista ha sido todo un éxito, no solo por la ilusión que a los niños le ha supuesto el jugar con sus maestras/os durante el recreo, sino por la gran implicación de todo el profesorado en los mismos y la variedad de aspectos trabajados a través de estos juegos, ya que los patios de recreo constituyen un espacio ideal para el desarrollo de diversas dinámicas bajo la forma de juegos.

A través de dichos juegos, hemos desarrollado competencias básicas como son:


¿ El desarrollo personal: autoestima, gestión emocional, autoconocimiento, toma de decisiones, motivación para la relación y el entendimiento con los demás, etc.
¿ La convivencia con los demás: respeto a las normas y hábitos cívicos, resolución de conflictos a través del diálogo, asunción de obligaciones y responsabilidades, etc.

Además, entendemos que la puesta en marcha de este proyecto ha resultado interesante y beneficioso por varios aspectos:

1. Se ha considerado el patio como un espacio educativo, pues el juego es primordial para el crecimiento y desarrollo sano de las personas, además de una potente herramienta educativa. No estaba pensado ni incorporado como recurso pedagógico de la escuela, y tampoco se percibía como espacios educativos. A menudo son poco confortables y estimuladores. Con este proyecto hemos logrado cambiar esta percepción del espacio físico del patio.
2. El juego en el patio se organizaba fundamentalmente a partir de criterios prácticos y organizativos de la escuela, sin finalidad educativa. No obstante, para la organización del nuevo patio (espacios, horario, turnos de vigilancia¿..) se ha tenido en cuenta primero los juegos a desarrollar para el alumnado.
3. En la práctica, no había coherencia entre los discursos del profesorado en cuanto a su reflexión sobre el juego como herramienta educativa y sus prácticas reales en el patio. Las intervenciones del profesorado en el patio se vinculan, mayoritariamente, a situaciones de conflicto explícito (peleas por contacto físico y accidentes). El principal papel que los maestros desempeñan en el patio, y que perciben los alumnos, es el de vigilar. Sin embargo, cuando hemos intervenido directamente en los juegos, aparte de implicarnos directamente en la dinámica de los mismos, éstos se diversifican, se enriquecen y surge también más mezcla entre sexos.
4. Otro aspecto interesante, es que el tiempo de juego en el patio constituye para muchos niños el periodo de juego compartido más intenso del día, donde conviven niños de diferentes edades e intereses. Los juegos suponen conflicto y a menudo malentendidos, discusiones ¿a veces con insultos o peleas físicas. La manera de resolver estas situaciones es ¿una de las muchas oportunidades educativas que nos brinda el hecho de jugar.
5. La transformación morfológica de los patios resultaba absolutamente necesaria. Se precisaba una toma de conciencia diferente por parte de la comunidad educativa, que explotase la potencialidad de los patios como espacios de juego y aprendizaje. En nuestro caso concreto, el cambio morfológico del patio ha sido claramente positivo. Se han pintado en el suelo multitud de jugos tradicionales que los alumnos han podido utilizar a lo largo del desarrollo del programa.

En síntesis podemos decir que con la culminación de este proyecto hemos conseguido una nueva visión que permite visualizar el patio de juego como recurso educativo. Las mejoras físicas de éstos, a partir de procesos participativos de toda la comunidad educativa, ha permitido un cambio de mentalidad y actitud necesarios para su verdadera transformación en espacios educativos de juego, transformando la educación, poniendo al juego en el corazón del proceso de enseñanza y aprendizaje