Hemos partido de una problemática común, y gracias a esto han sido muy gratificantes las reuniones que hemos tenido, porque hemos compartido vivencias, anécdotas, preocupaciones, enfoques... y hemos sentido unión entre nosotros, una unión que sin duda es imprescindible para poder enfrentarnos al ambiente de peleas y conflictos diarios de nuestro centro.
De cara a su aplicación sería conveniente extender esta unión y vernos respaldados por todo el claustro para que los alumnos vean la educación emocional como el camino, y no como una posible forma de actuar. Sería necesario que todos los maestros premiaran los comportamientos adecuados, que se hablara en las tutorías sobre cómo se ha actuado y cómo podría haber sido una forma mejor de actuar, y que todos siguiéramos una misma línea, lo que facilitaría que los alumnos lo asimilaran y lo interiorizaran, facilitando así las posibilidades de que lo apliquen sin necesitar ser dirigidos por los maestros.
Es difícil extrapolar esta forma de actuar al seno familiar y sus vidas fuera del entorno escolar, pero si lo logramos en el cole, creo que ya sería un triunfo.