Después de las sesiones a las que hemos asistido, y de la formación en la que hemos participado, toca el trabajo en clase, llevarlo a la realidad del aula, darnos una "ducha de emociones" ,comprobar que esa "ducha" nos impregna y ver sus efectos en los pequeños.
Han sido varias las actividades en las que me he embarcado con mis niños de primero, y aunque algunas se han recibido con más entusiasmo, en general nos han reportado momentos que con el transcurso de los días se han hecho un hueco en nuestras clases diarias. Tanto es así , que la "ducha de emociones" es una actividad recompensa con el trabajo bien hecho. Vivimos las palabras aladas y el emocionario diariamente al inicio de nuestra clase, y nos hemos iniciado en la meditación con ayuda de mis palabras, y aunque en las primeras ocasiones resultaba difícil, a día de hoy saben el proceso y se va mejorando cada ocasión que la llevamos a cabo.
En general ha sido un acierto tanto la formación como la puesta en práctica de este "camino emocionante".