LOS CONFLICTOS EN EL AULA
Los conflictos en el aula son una realidad inherente al hecho de convivir. Lo que nos debe preocupar como docentes no es que existan esos conflictos sino cómo vamos a resolverlos y, lo más importante, cómo vamos a dotar a nuestros alumnos/as de las herramientas necesarias para hacer frente a ellos de una manera pacífica.
Bien es sabido, que un centro educativo, además de ser un espacio de aprendizaje, es un lugar de convivencia, de mezcla de culturas, de ideologías y como no, de la personalidad propia de cada uno de nosotros. Fruto de esas relaciones cotidianas y de esa convivencia surgen los conflictos entre el alumnado, de ahí, la importancia de aprender desde bien pequeño valores como el respeto mutuo, la solidaridad, la empatía y la tolerancia.
Pero, ¿cómo enseña la escuela a resolver conflictos? O ¿qué método podemos utilizar como docentes para ayudar a resolver esos conflictos en el aula?
Es importante que la escuela programe la enseñanza de la resolución de conflictos por la vía pacífica, potenciando el papel del mediador, asumido por todos y cada uno de los alumnos/as del aula. Cada vez más se utilizan los métodos basados en la negociación y el diálogo, trabajando en equipo. Vamos a destacar unos puntos:
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La base de la convivencia es el diálogo y los acuerdos. Para resolver conflictos en el aula es necesario saber dialogar y ponerse de acuerdo. Por otra parte, trabajar en equipo permite a los alumnos practicar los valores, convivir en armonía regulando sus reacciones emocionales, adquirir habilidades para resolver sus conflictos y ser ciudadanos responsables y solidarios.
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El diálogo consiste en expresar claramente el propio punto de vista y escuchar con empatía la opinión de los demás.
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Para enseñarles a dialogar, primero tenemos que escuchar a nuestros alumnos/as y después ya expresaremos nuestro punto de vista. Así, les estamos dando ejemplo.
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En el centro escolar se debe establecer un tiempo para enseñar a los niños/as a resolver sus conflictos mediante el diálogo y el acuerdo.
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Los niños necesitan que les enseñemos a resolverlos en lugar de hacerlo nosotros. Tenemos que dotarlos de las herramientas necesarias y no resolver nosotros siempre el conflicto.
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Hay que elogiar y reconocer el éxito en la resolución de conflictos, todos aprendemos de todos.
Con todo esto, intentaremos crear un aula pacífica, es decir, una aula en la que todo alumno/a se sienta acogido, sin discriminación de raza, sexo o cultura, creando un clima tranquilo en el que predominen cinco cualidades:
1.- La cooperación. Los niños/as aprenden a trabajar juntos y a confiar, ayudar y a compartir entre sí.
2.- La comunicación. Los niños/as aprenden a observar cuidadosamente, a comunicarse con precisión y a escuchar de manera respetuosa.
3.- La tolerancia. Los niños/as aprenden a respetar y a apreciar las diferencias de las personas y a entender los prejuicios y cómo funcionan.
4.- La expresión emocional positiva. Los niños/as aprenden a expresar sus sentimientos, particularmente el enfado y la frustración, de maneras no agresivas o destructivas y aprenden el autocontrol. Las palabras acarician o levantan muros.
5.- La resolución de conflictos. Los niños/as aprenden habilidades para responder de manera creativa ante los conflictos en el contexto de una comunidad.
Un aula pacífica no es un aula sin conflictos, estos son inherentes al ser humano, sino que se trata de dotar de herramientas a nuestros alumnos/as para que sepan gestionar esos conflictos de manera eficaz, llevándolos al lado positivo y aprendiendo de ellos. Vivimos en una sociedad multicultural y ejemplo de esa riqueza se da en los centros educativos. Debemos trabajar la inclusión y no la exclusión, trabajar la resolución de conflictos de manera positiva, dando un papel primordial al alumnado y mostrándole las herramientas necesarias para hacer frente a todo ello.