El afán de Natalia y sus compañeros al construir nidos para las golondrinas, era el resultado de un compromiso que partía de un análisis en el cual el alumnado fue "protagonista" de su aprendizaje.
Ese protagonismo me parece un ingrediente fundamental para lograr la implicación del alumnado y, por tanto, los buenos resultados de nuestra acción educativa.
Los niños/as son protagonistas cuando el análisis lo han realizado ellos a través de un proceso guiado que les ha hecho descubrir una realidad que no conocían o en la que no se habían detenido a pensar, han analizado (como se expresa en el artículo) las causas y las consecuencias del hecho observado, han elaborado su opinión a través de las opiniones variadas de las personas de su entorno y se han comprometido porque "algo tenemos que hacer".
Es fácil que los niños/as lleguen a la conclusión de que deben hacer algo cuando descubren una realidad y la juzgan con un análisis crítico. Si embargo, todavía muchos profesionales dudan de la capacidad de los niños en edad escolar, de hacer un juicio crítico de una situación que les afecta.
Cuando los niños no son parte implicada en su aprendizaje tenemos peores resultados. Y también ocurre que nos perdemos su aportación y su perspectiva. A veces decimos que los niños "son el futuro" y es verdad que lo que hagamos para educarles repercutirá en el mundo mañana pero esa perspectiva, desde mi punto de vista, se queda corta, puesto que la participación de la infancia en las cuestiones ambientales, familiares, escolares e incluso políticas, nos enriquecen todos esos ámbitos ya que parten de una visión (la infantil) que se perderá cuando sean adultos y que es imprescindible para el mundo.
Así pues, entiendo que esta manera de enseñar no sólo es más eficaz para la formación del alumnado sino que nos enriquece a los adultos que queramos escuchar las propuestas y reflexiones de nuestros niños y niñas.