Ayer martes en un aula de 1ºESO resulto inquietante el comprobar como la mayoría del alumnado era incapaz de poner en práctica lo leido. Actualizar con sus palabras la enseñanza de un breve texto del NT.

Es una de las aportaciones desde la asignatura de Religión católica al desarrollo integral del alumno y, como no, al PLC que tenemos en marcha. Lo mismo nos ocurre a los adultos a la hora de discernir, dialogar y acordar.

Para dialogar hay que hacer un trabajo de silencio y atención que en la lectura no existe.

En la lectura puedo volver atrás, pensar y distraerme mientras estoy libro en mano. Escuchar, como escribir, es suspenderse a sí mismo y entregarse de algún modo a vivir lo que otro está pronunciando.

El silencio es tan bello y tan bueno, que de él sólo se puede esperar la verdad. El silencio acogido y vivido como tal, siguiendo vivo, ante la vida y ante el misterio.

Quizás falte en nuestras aulas y en nuestro quehacer diario como docentes el escuchar y el hacer silencio interior para encontrarnos.