Desde la inspiradora charla que tuvimos en el IES a cargo de Raúl Rubio decidí valorar en los trabajos y examenes la presentación a través de solo tres aspectos: respeto de los márgenes, claridad y facilidad de comprensión y cumplimentación de la cabecera. El alumno o alumna que tenía bien estas tres cosas tenía un punto en los trabajos y pruebas menores y 1/2 punto en los exámenes.
La ideas que respaldan esta decisión es la de que un alumno que escribe ordenado tiene más facilidad para completar su tarea sin perderse y que la claridad en el papel redunda en una mayor claridad mental. Además lo pensé y decidí que es muy deseable que los alumnos salgan del IES al menos siendo capaces de presentar un documento aceptablemente organizado en el contexto que sea y que eso merecía una puntuación y además es necesaria para que los alumnos tengan un motivo inicial para cambiar su forma habitual de hacerlo.
Considero que ha sido una buena idea y que ha funcionado. Además ha tenido la inesperada consecuencia de que por fin tenía espacio en la esquinita para poner las grapas en lo examenes.