Los conocimientos y las destrezas adquiridas en el grupo de trabajo "Implementación de la Inteligencia Emocional en el Aula" me han resultado de gran utilidad a tres niveles diferentes: como jefe de estudios, como profesora y como persona.
- Aunque no he tenido la oportunidad de llevar a cabo las dinámicas como tutora en este curso académico, mi objetivo es que esta formación sea el primer paso de una nueva línea de trabajo de contribuya a mejorar la convivencia de nuestro centro. Si el alumnado aprende a conocerse, le resultará más fácil encontrar la raíz de sus conflictos y solventarlos. Además, un alumno/a que entienda sus propias emociones desarrolla la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Comprender las causas de los comportamientos ajenos (especialmente aquellos que nos puedan incomodar) implica necesariamente una mejora de las relaciones interpersonales. Por tanto, el objetivo de este proyecto coincide con uno de los principales objetivos de cualquier centro de secundaria: educar a alumnos/as que sean capaces de relacionarse respetuosamente con los demás.
- Una vez que los tutores han llevado a cabo las dinámicas en las horas de tutoría, han ido colgando carteles en el aula con las rutinas. Como he estado presente en las sesiones de formación, he podido hacer uso de las distinciones que ya había trabajado el alumnado para resolver conflictos que han surgido en la clase de inglés.
- El planteamiento de la formación que ha propuesto la coordinadora del grupo de trabajo, además de resultar muy pedagógico y ameno, nos ha permitido llevar a cabo las dinámicas antes de implementarlas en el aula. Así, nos hemos dado cuenta de que la inteligencia emocional es un constructo en el que podemos y debemos trabajar constantemente. Solo una constante reflexión sobre nuestras propias emociones nos capacita para relacionarnos con los demás, algo fundamental dentro y fuera de las aulas.