Siempre he sentido una extaña e incluso contradictoria mezcla de emociones ante las personas que poseen algún tipo de talento o sobredotación: a veces admiración porque poseen una capacidad única y superior, a veces lástima porque tienen que conllevar su diferencia personal en un mundo que no está preparado para ellos y, consecuentemente, sufren incomprensión o indiferencia social... y siempre sentí, al mismo tiempo, curiosidad por lo que ocurre en el cerebro de unas personas tan peculiares. Pero, a nivel profesional, como educador, no fue has ta hace bien pocos años que comprendí la necesidad y los beneficios de saber atender a este tipo de alumnado.
Hoy comprendo que cada gramo de talento desperdiciado por nuestra falta de atención y de oficio docente supone un verdadero desprecio para esos chavales, para sus familias y para nuestro propio país. Son como capulllos cortados y arrojados a la basura antes de poder abrirse en flor. ¿Por qué no nos cuesta entender que los alumnos con necesidades especiales por dificultades de aprendizaje merecen una atención obligatoria por nuestra parte y, sin embargo, nos cuesta tanto comprender que también los sobredotados tienen sus imperiosas necesidades especiales y merecen por tanto un trato especial?
En el IES Álvarez Cubero nos venimos preparando desde hace un tiempo para realizar la función de mentores de estos jóvenes: acompañarles personalmente en todo su viaje educativo por la secundaria y bachillerato para proporcionarles apoyo humano y académico. Esto requiere entender el funcionamientio de su cerebro y también el saber elaborar toda un serie de propuestas pedagógicas adaptadas a ellos y al resto de sus compañeros de aula, para sacar de todos lo mejor, adaptándonos a la diversidad. Es hora de poner en práctica todo lo que hemos aprendido en los cursos y talleres recibidos en el CEP, en el trabajo colaborativo realizado ya en nuestro Centro en cursos anteriores, con actividades a veces muy atrevidas y de gran tamaño, que implicaron a cientos de alumnos y profesores (como la celebración del Día de la Discapacidad o los actos de conmemoración del 250 centenario del nacimiento de nuestro titular, el escultor prieguense José Álvarez Cubero) per también de otros mucho más humildes, que implicaban a una de nuestras clase o incluso a alumnos/as particulares.
El presente curso nos hemos propuesto culminar el proceso de formación iniciado anteriormente y empezar a trabajar ya con alumnado de altas capacidades, diagnosticados o aún no diagnosticados pero con alto rendimiento académico. Nos iniciamos pues en el imprevisible mundo de la acción educativa con unos alumnos/as y unas familias que deben ver en nuestras mentorías una oportunidad para crecer y abrir esa flor de la inteligencia natural, del talento o, como dice nuestra mentora de mentores Toñi González Perán, de la excelencia ética.
Esperemos que el tiempo, juez implacable, nos dé finalmente la razón.