Cuando los maestros y maestras llegamos en septiembre al colegio, lo hacemos con las energías renovadas y con ganas de automotivarnos en el inicio del nuevo curso que tenemos por delante.

La automotivación es una herramienta bastante poderosa si se sabe utilizar y si se gestiona de la forma adecuada, ya que, en ocasiones, también puede jugar en nuestra contra provocándonos cierto estrés.

En mi caso, mi personalidad me hace utilizar esta herramienta constantemente, a diario. Me gusta dar lo mejor de mi y ofrecer a mi alumnado y no sólo a ellos, sino también a mis compañeros y compañeras, el trato que me hace ser feliz cada mañana cuando entro por las puertas de mi colegio.

Después de la experiencia vivida el curso pasado con el montaje y representación del Musical ¿El Rey León¿, con el cual dejamos el listón bastante alto, el proyecto para este año (Teatro Musical escolar basado en "Vaiana") provocaba en mi cierta presión por querer superar lo vivido el curso anterior.

Ahora, una vez pasado todo y con la sensación de haber hecho un excelente trabajo, se siente orgullo y gran satisfacción. Y no por mi trabajo, sino por el de todo el equipo humano que, de una forma u otra, se ha visto implicado en el proyecto.

En primer lugar, necesito mencionar a mi compañera Lourdes. Ambas hemos compartido desde el primer minuto de este proyecto el papel de la dirección del mismo y nos hemos compaginado de tal manera, que hemos sido ¿una¿. Han sido muchas horas de escritura del guión viendo la película (ya que el guión teatral de Vaiana no existía aun), selección de pistas de audio, imágenes para proyectar, análisis de la iluminación y el atrezzo de cada escena, etc. ¿Y de dónde hemos sacado el tiempo para elaborar todo esto? De nuestros ratos libres en horario no lectivo. Porque sí. Porque nuestro alumnado, nuestro profesorado y nuestro centro merece vivir experiencias que le marquen, que no estén en libros de texto, que se basen en la convivencia, en las relaciones humanas entre personas de distintas edades, en el esfuerzo y el sacrificio (¿bueno¿) para conseguir una meta común de gran envergadura.

En segundo lugar, el trabajo de los compañeros docentes que nos han acompañado y han estado al pie del cañón para contribuir al éxito del proyecto y el trabajo del alumnado, 62 ni más ni menos, de 1º, 4º, 5º y 6º de Primaria, que han sacrificado dos meses de recreos para estar ensayando sin parar.

Y por último, al equipo directivo, que ha favorecido la organización de tiempos para los ensayos y sustituciones cuando ha sido necesario y al AMPA, que lo ha dado todo, sin más. No podemos estar más agradecidos a este grupo de mamás que se han brindado a colaborar sin medir el tiempo que han dedicado a este trabajo.

Está claro que el Teatro Musical ofrece al alumnado un amplio abanico de actuaciones que favorecen el desarrollo íntegro del niño/a. El trabajo de cada personaje, de cada emoción, de cada coreografía, ¿y la pasión que los docentes han mostrado ante él, bien merece ser considerado como una gran actividad de convivencia y de aprendizaje cooperativo.

El comienzo no fue fácil porque requería un trabajo inmenso en horas lectivas y no lectivas. En alguna ocasión comentamos que estábamos locos metiéndonos en un proyecto tan grande en tan poco tiempo. Pero después de ver los resultados y las caras de ¿nuestros niños¿ tras cada actuación, sólo tengo que decir¿que ¡bendita locura!